«Traición: Falta que se comete quebrantando la fidelidad o lealtad que se debe guardar o tener». Difícilmente podemos asociar esta definición a la figura de Fran Beltrán. Un jugador excepcional, y mejor persona si cabe. Sin embargo, desde que se anunciara su fichaje por el Celta de Vigo allá por el mes de agosto, el toledano ha sido objeto de críticas por parte de su ex-afición. Una hinchada que no perdona su marcha, y que lo tilda de traidor.
Muchos son los casos de jóvenes talentos que deciden salir de su club de origen por ambición, tanto económica como deportiva. Dejando atrás el cariño de la gente, o el lugar donde creciste como futbolista. Permítanme decir que Fran es diferente.
El centrocampista ingresó en el primer equipo cobrando 400 euros. A los 17 años asumió el papel de joven promesa y perla del equipo. Siendo tan solo un adolescente, acumuló 3.200 minutos en el equipo de sus amores, el Rayo Vallecano. En esa temporada mágica, la del ascenso como campeón. Con todos estos precedentes, se hace complicado explicar su sueldo, que no le llegaba para pagarse el alquiler de un piso en Madrid, y del que el club no se quiso hacer cargo, tal y como explicaba Ángel Barranco, presidente de la Asociación de Accionistas ADRV. Ante esta situación, de alguna forma, la oferta del Celta le permitía recompensar el esfuerzo que hicieron sus padres para que siguiera cumpliendo el sueño de ser jugador de fútbol profesional.
Felipe Miñambres, intermediario de confianza
El que fuera director deportivo del conjunto madrileño jugó un papel clave en la negociación con el futbolista. Fran vio en él la cara conocida que necesitaba para dar el salto. Aunque el Celta había apostado muy fuerte por su contratación, el futbolista tenía la última palabra. No tardaría en decidirse por un proyecto que lo protegía como lo que era, un chico de tan solo 19 años, pero con unas capacidades técnicas y tácticas envidiables.
Rayista de corazón, quizás no fue capaz de explicarle la salida a una afición que lo consideraba pieza clave en la nueva etapa del club. El centrocampista no pierde ocasión en expresar su deseo de regresar, en un futuro, a la disciplina madrileña. Tampoco de justificar su salida como una ocasión que no podía desperdiciar. Pero también se quiere defender de las críticas, alegando que «algún día se sabrá quién es el malo de la película».
Por ahora, se centra en su presente como celeste. Un equipo al que se ha aclimatado a la perfección, conectando con la afición por su forma de ser, y por su juego. Siendo titular en la gran parte de los encuentros. Precisamente, el pasado lunes logró estrenarse como goleador ante el Athletic Club, pero su aportación va mucho mas allá de los goles. Destaca por su gran colocación sobre el césped, aportando control de juego y equilibro, por lo que Lobotka es su gran maestro. Al inicio de temporada, aprovecharía su lesión para hacerse un hueco en el once titular.
El retorno a Vallecas
Esta jornada recibía el Rayo al Celta, en un partido donde los locales se hicieron con la victoria. El enfrentamiento suponía la vuelta a casa de Beltrán. Aunque las redes sociales ya le habían avisado de que su recibimiento sería un tanto hostil. Durante sus 78 minutos de juego, cualquier ocasión era buena para pitarle. Pronto se acostumbró al sonido del viento, intentando centrarse exclusivamente en el partido.
Ya con la finalización del duelo, los jugadores del Rayo quisieron saludar a su afición, y tuvieron el bonito gesto de llevar consigo a Fran. Con la ilusión de un niño, vio como los ‘Bukaneros‘ dejaban de animar para reclamar su marcha a vestuarios. Ante esta situación, Beltrán no pudo contener el llanto, dejando a flor de piel todo lo que siente por su equipo. Porque, a pesar de que los domingos se enfunde otra camiseta, la que lleva por dentro es blanca con una franja roja en diagonal.
Sin embargo, estoy seguro de que, con el tiempo, su recibimiento será diferente. Al fin y al cabo, el Rayo también lleva un poco de Fran Beltrán en su interior. Mientras tanto, Bukaneros, dejad que la afición celeste seque esas lágrimas de incomprensión.
Twitter: @david_sesar.