Escribe Martí Perarnau en su libro sobre Pep Guardiola que un equipo es un ente vivo, un conjunto de personas externas e internas que dirigen sus pasos a un rumbo concreto y que, de manera tácita, tienen un pacto para que el club que representan vaya por buenos rumbos. El Inter de hoy es un equipo sin pegada, errático y con poca sangre, que parece haber perdido el norte en un campeonato que hace unos meses parecía acomodársele a los neroazzurri para que se clasificaran a Champions sin despeinarse, que confirmaría el proyecto de Spalletti al frente de uno de los equipos más populares y grandes de Italia. No ha sido así. Ahora los de Milán están más cerca de pelear la guerra que involucra a siete equipos de mitad de tabla por dos boletos de Champions que de alcanzar a una lejanísima Juventus, que parece que no se moverá del trono de la Serie A porque son ya 19 puntos que le lleva al Inter y 11 al Napoli de Ancelotti.
No es que el Torino sea un equipo brillante, pero es un conjunto donde impera el orden y que sustituye sus carencias con esfuerzo e inteligencia; lo cual le ha bastado para vencer a un tibio Inter. Un partido donde supo defender un gol que fue obra de la casualidad y que ahora lo tiene soñando con puestos europeos: entre el cuarto lugar del Milan y el décimo lugar que acaban de alcanzar el Toro tan solo hay cinco puntos de diferencia.
El juego fue un típico partido de la Serie A de antaño, una partida de ajedrez donde pequeños detalles pueden dictar qué equipo se lleva el triunfo. El Inter, sin cadencia y espasmódico en ataque, tuvo la oportunidad de irse adelante en el marcador cuando, apenas iniciado el partido, Lautaro Martínez se encontró frente al marco gracias a un pase de Dalbert y acabo desperdiciando la jugada más peligrosa de todo el partido, una falla imperdonable para un futbolista de élite. El rictus del argentino reflejaba la desesperación que ha acompañado a lo neroazzurri en los últimos siete partidos de Serie A, donde sólo han podido regalarle cuatro gritos de gol a su afición. Icardi, quizás más pendiente de su renovación que en lo que concierne al terreno de juego, solamente levantó la mano una vez cuando Sirigu le negó un gol al minuto 19. Perisic, el otro atacante de respeto con el que cuenta Spalletti, estaba calentando un asiento en la banca y, posiblemente, soñando con vestir la indumentaria de otro club.
Lo que parecían un par de avisos de lo que vendría después en el partido, se quedaron como las únicas acciones de peligro del Inter en lo que restó del encuentro. Lo que trastocó a los de Spalletti fue la jugada prefabricada, derivada de un córner, que culminó con el testarazo de Armando Izzo hacia el fondo de las redes. No fue un remate prodigioso, incluso el defensor llegó a su cita con el balón con los ojos cerrados, pero tuvo la fortuna que también pegó en la cabeza de D’Ambrosio, lo que modificó la trayectoria del balón y franqueo al siempre confiable Handanovic, que sólo levanto la vista para observar cómo la pelota le pasaba por encima sin que él pudiese hacer gran cosa. Una casualidad o un golpe del destino, pero los granata ya ganaban.
En la segunda mitad, con un 3-5-2 y ya armado de paciencia, el Torino supo manejar los tiempos, con y sin balón, para neutralizar a un Inter que no supo cómo contrarrestar el candado que Mazzarri, técnico del Toro, le puso al mediocampo neroazzurro. Ya desesperado, Spalletti recurrió a Matteo Politano, que sustituyó a Joao Mario y dio chispazos de talento hasta que perdió de manera definitiva la cabeza, al reclamar de manera airada una falta que había fingido y se ganó una tarjeta roja. Ahí se apagaron las esperanzas del Inter que, a pesar de un último esfuerzo cuando el partido fenecía, nunca pudo encontrar la manera inquietar a Sirigu y a la fiable zaga que lo protegía. El Inter, un equipo dubitativo, solo entregado al talento de Icardi, deja un sinfín de dudas y ahora está a escasos cinco puntos del Milan y la tropa de equipos que persiguen el sueño europeo.
TORINO: Sirigu; Izzo, Nkoulou, Djidji; De Silvestri, Rincón, Ansaldi (81′ Berenguer), Aina; Lukic (78′ Baselli), Zaza (88′ Iago Falque), Belotti. In panchina: Ichazo, Rosati, Lyanco, Edera, Moretti, Parigini, Bremer, Millico. Entrenador: Walter Mazzarri.
INTER: Handanovic; Skriniar, De Vrij, Miranda (54′ Nainggolan); D’Ambrosio, Vecino (83′ Candreva), Brozovic, Joao Mario (71′ Politano), Dalbert; Lautaro, Icardi. In panchina: Padelli, Gagliardini, Ranocchia, Asamoah, Borja Valero, Perisic, Salcedo. Entrenador: Luciano Spalletti.
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