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Opinión | La Guerra de los mundos

Cuando el 9 de enero oí, leí, como Antonio Ruiz decía -y escribía- sobre acercamientos entre el Atlético de Madrid y Álvaro Morata, por aquel entonces jugador del Chelsea, mi expresión fue como la de casi todos de sorpresa. Ese supuesto viaje de algunos nombres propios del club a Londres para hablar con el club inglés dejó un gran mar de dudas entre los que leyeron este bombazo informativo.

El resto de la historia todos la conocemos, veinte días después, o sea ayer, Morata fue presentado como nuevo jugador ‘rojiblanco’. Su nuevo dorsal será el ’22’, mucha emotividad y sentimientos encontrados en la presentación del jugador español. Pero en este artículo no vengo a hablar del rigor periodístico del periodista de la Cope, no. Esa no es la idea de este artículo.

Su mujer, Alice Campello, alardeaba orgullosa en la redes sociales del movimiento de su pareja: “Te deseo todas las cosas más hermosas del mundo y estoy segura de que esta nueva aventura será una de esas». El jugador ha dado muchas vueltas en este mundo y a sus veintiséis años ya ha estado en el Real Madrid (en dos ocasiones), Juventus y Chelsea. Nada mal el recorrido del madrileño. Simeone ha sido el principal factor para que el jugador recale en el club que le vio crecer de niño, su anhelo siempre ha sido el de dirigir al delantero. Confía en él y es una de las razones para que los aficionados no duden de Álvaro, a pesar de su pasado ‘merengue’.

Muchas han sido las imágenes en las que el técnico argentino se acercó al jugador español a ‘comerle la oreja’, múltiples tentativas entre ambas partes. Un romance que como en su día con Diego Costa ha acabado de la mejor manera posible para Simeone. El delantero viene  de dejar más sombras que luces en la ‘era Sarri‘ con el Chelsea, su primera temporada al mando de Conte, al igual que en la Juve, estuvo bien, goleador como se le pide.

Las dudas se han sembrado en los alrededores del Metropolitano, un sector de la grada no ve con buenos ojos el pasado madridista del jugador y prefieren tirar de cantera. Otros son meros feligreses de la doctrina ‘cholista’ y se limitan a acatar el mandato del profeta. Los más optimistas creen que el jugador encajará a la perfección en el sistema de juego del equipo y temen que la llegada de Costa se retrase impidiendo su participación en ese duelo de titanes contra la Juventus.

«Mi vida ha dado muchos rodeos, pero era el destino que estuviese aquí», afirmó Morata cuando tomó la palabra en su presentación. Unas declaraciones que se han analizado como propias de un discurso populista, como ocurrió este mismo verano en el día de la presentación de Courtois con el Real Madrid al besarse el escudo -quien jugó anteriormente en el Atlético de Madrid-. Mismo gesto que Arda Turan en su presentación con el FC Barcelona.

Al final este deporte no deja de ser un oficio como otro cualquiera, con sueldos disparatados y cifras económicas estratosféricos, ese es otro tema. Si este deporte lo enfocamos como un oficio son movimientos naturales, cambios de trabajo que no deben sorprendernos. Cada uno se mueve por diversos intereses y con el fin de llegar a la mejor situación laboral posible.

La realidad es que no es solo un deporte o un oficio, digamos que es un sentimiento, al menos para quien escribe esto. Tenemos que ser sinceros, el fútbol ha cambiado, cada vez son menos los jugadores ‘one club man’. Por ello, si en tu equipo hay alguno e incluso más de uno está de suerte disfrute de su lealtad eterna, no le pida ese sentimiento a todos puesto que para algunos es solo un oficio. Así, la clásica frase de película de: «En el amor y en la guerra todo vale», he de añadirle el fútbol también.

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