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West Ham aprovecha el nerviosismo del Liverpool

Antonio celebra el gol con el que el West Ham le arrebató tres puntos al Liverpool. Fotografía de Richard Heathcote/Getty Images

Si hay un conjunto de élite cuya historia se asemeje de manera más clara al mito de Sísifo, aquel personaje que fue obligado por los dioses griegos a subir una enorme piedra por la ladera de una montaña para después verla caer una y otra vez, es sin lugar a dudas el Liverpool. Los reds son un indiscutible grande de Inglaterra y del futbol mundial pero no han sido capaces de ganar un solo título de campeón inglés desde que la liga más competitiva del mundo fue rebautizada como Premier League hace poco más de dos décadas y media. Hoy teniendo la oportunidad de alejarse de la trágica mitología griega, vio como se le escapaban dos puntos como Sísifo veía a su piedra escapar hacia el abismo.

El Liverpool, con el vértigo que le caracteriza cuando ataca en el último tercio de la cancha del rival, tejió una jugada por la banda izquierda del West Ham que terminó en los pies de Sadio Mané, quien controló y de media vuelta puso adelante a los reds. Sin embargo, hubo un pequeño detalle: el gol del senegalés no debió haber subido al marcador porque el asistidor James Milner estaba en un claro fuera de lugar. Las ansias del Liverpool se calmaban con un gol que le había llegado casi como un milagro.

West Ham, quien había sido mejor en ataque pero que no había podido sacar fruto de ello, se encontró con un tiro libre cuando el reloj estaba cerca de marcar la media hora de juego. En una jugada de engaño, que recordó al futbol americano, Antonio aprovechó un simple servicio para quedar completamente solo frente al arco de Alisson y acomodó el balón en una esquina que era inalcanzable para el meta brasileño; la pelota mordió el palo y entró. Al Liverpool, una vez más, le volvía el nerviosismo de golpe.

West Ham, ya con un Liverpool aturdido, siguió siendo más peligroso que el líder de la Premier. Le sacó un susto notable al Liverpool cuando, una vez más en un tiro libre, Anderson dejó completamente solo a Rice, quien no midió bien el servicio y mandó su testarazo por encima del travesaño de la meta de Alisson. Liverpool respiraba y el West Ham perdonaba a su atribulado rival una vez más, quien estaba más pendiente de mantener su ventaja de 5 puntos sobre el City que de derrotar a los Hammers.

El segundo tiempo se volvió un partido trabado, más por la comodidad del West Ham con el empate que por el Liverpool, que se trasladó por el campo con una velocidad a la que no nos tiene acostumbrados.  Lento y dubitativo, visiblemente nervioso por la posible pérdida de puntos, el equipo de Klopp nunca encontró la puerta que le abriera el cielo de los tres puntos. El Liverpool atraviesa por su peor momento de la temporada, no es el conjunto creativo al que estamos acostumbrados a ver y admirar. Salah ha bajado considerablemente su nivel y Firmino no ha sabido tomar buenas decisiones, dejando a sus compañeros sin balones cuando estos generan espacios. La ausencia de Wijnaldum, el mejor creativo que posee Klopp de entre sus tropas, ha marcado a un equipo que no supo mover el balón como quería y que siempre se vio opacado ante un férrea y decidida zaga de los Hammers.

El empate no le sienta bien a un Liverpool que atraviesa momentos de confusión y que no ha podido ganar partidos que a priori se antojaban sencillos. Por el contrario, el West Ham suspira con alivio después de un esperpéntico enero que lo ha inmerso en las arenas movedizas de la media tabla. Mientras haya liga hay esperanza para el Liverpool, pero no cabe duda de que el camino hacia el título se ha vuelto un tanto más sinuoso para unos intranquilos reds.

@Ricardoguajiro

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