Una de las cosas que hacen al futbol uno de los deportes más atractivos del orbe es su profunda ambigüedad. Aunque algunos busquen predecir el futuro con datos y estadísticas, la realidad es que no se puede saber qué pasará dentro del terreno de juego durante 90 minutos. Quizás el futbol es lo más parecido a la vida. Quizás por eso nos gusta tanto. El Chelsea, que había sido el equipo que había roto el invicto del City en diciembre, hoy fue maniatado por unos Citizens que secuestraron el balón y no le dieron tiempo de respiro a unos Blues perdidos, que no han podido absorber las ideas de Sarri o, quizás, el italiano no ha sabido transmitírselas. Una goleada de antología para uno de los mejores equipos que ha pisado un césped en la historia de la Premier League.
Pocas veces, por más talento y recursos que separen a dos equipos, se ve una primera media hora tan dispar como la que se vio hoy en la casa de los Citizens. El City fue un vendaval que ahogó a la distraída y tibia zaga de los Blues. Un engaño, un golazo y dos regalos de la defensa del Chelsea abrieron la puerta para que el baño táctico que le dio Guardiola a Sarri se materializara en el marcador. El City convirtió el césped del Etihad en una pista de baile, donde no concedió un instante de reposo a su desdibujado rival. David Luiz quizás recordó aquella noche donde Alemania aplastó a Brasil en su propio Mundial.
Tan sólo corrían tres minutos y medio cuando De Bruyne, por medio de un tiro libre, dejó solo a Bernardo Silva, quien habilitó a Sterling para que el de origen jamaicano abriera el marcador. No sólo fue un gol, fue solo un aviso de lo que estaba por venir. Una jugada que partió de la zaga de los Citizens, que pasó por el buen pie de Fernandinho, culminó con una definición providencial de Agüero, digna de YouTube, un golazo que era la segunda bofetada para un Chelsea que no despertaba a pesar de que ya corrían casi trece minutos de partido. Peor aún, la defensa de los Blues no fue capaz de rechazar en dos ocasiones un ataque ordinario del City que terminó en las redes gracias a al regalo que Barkley le dio a Agüero. Tan solo veinte minutos y parecía que la pasta ya estaba al dente. Cinco minutos después, Gündogan aprovechó otro mal rechace de la defensa del Chelsea para dejar en claro que esto sería una goleada para lucir en el presente y para plasmar en los libros de historia. La palabra humillación se suelta con suma facilidad en las crónicas deportivas, pero en este caso, es más que valida: el City humilló al Chelsea.
La segunda mitad trajo consigo la representación del mismo baile y la misma canción. Los Citizens no cedieron con su frenético ritmo y el Chelsea volvió a trastabillar hasta que volvió a caer en dos ocasiones. A diez minutos de comenzar la segunda mitad, y tras una prolongada serie de pases que definían el acecho del City, Azpilicueta le cometió una inocente falta a Sterling que Agüero intercambió por un gol desde la mancha que marca los once pasos. Salvo un par de jugadas peligrosas de los Blues, el City siguió mareando al Chelsea con su entramado de pases que encerraban a los de Sarri en su propio campo. Un estado de sitio que no pudieron quebrar los dirigidos por el hijo predilecto de Nápoles, que ha decepcionado terriblemente desde que llegó a Londres el pasado verano.
La obra épica de los Citizens y la trágica de los Blues, culminó con una estética combinación de pases entre Gabriel Jesús, David Silva y Zinchenko que Sterling terminó convirtiendo en el 6-0 final. Incontrovertible Set y Match para el City. La cereza en el pastel la puso el propio Sarri, que demostró no saber sobrellevar la derrota al dejarle la mano tendida a Guardiola en lo que parecía ser una despedida ordinaria. No lo fue. Como tampoco lo fue esta goleada, quizás la más humillante que ha tenido el Chelsea desde que Abramovich llegara con sus petrodólares en el verano del 2003.
El City da un golpe seco en la mesa de la Premier League, encumbra todavía más a Guardiola como un técnico de culto y pone en duda el proyecto de Sarri con el Chelsea. El futbol es inagotable y siempre está la posibilidad de acabar riendo al último. Mucho habrán de componer los Blues si quiere arrebatarle la Carabao Cup al City cuando se vuelvan a ver las caras en la final del 24 de este mes. Puede que el Liverpool acabe ganando la liga, pero este partido ya es parte de los grandes acontecimientos de la historia de esta temporada.
@Ricardoguajiro