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Una dura caída para aprender a levantarse

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El partido ante Osasuna fue la vuelta a los infiernos para el Sporting. Una situación propiciada esta vez por jugar como si la Liga se acabase ese mismo día. La alineación de José Alberto López parecía la adecuada dadas las circunstancias que había con ausencias notables. Nadie podía esperarse lo que sucedió ante los rojillos en el Molinon. Ya que por los nombres se esperaba una vuelta al 4-1-4-1 que le supone a los rojiblancos mayores facilidades para dominar el balón y por ende el partido. Sin embargo el entrenador rojiblanco optó por unas modificaciones que supusieron deslabazar por completo al equipo.

Nacho Méndez partía como mediapunta en muchas ocasiones en un esquema que más bien era un 4-2-3-1. Si bien es una posición que ha ocupado con anterioridad no favorece en absoluto sus cualidades. El luanquín es un jugador que es capaz de encontrar los espacios y distribuir el balón con velocidad. Pero siempre que juegue de cara, sin embargo el viernes recibía siempre de espaldas a portería, teniendo que girarse para distribuir. Aunque tiene suficiente punta de velocidad para poder dejar atrás a su marca esta acción no le resulta sencilla y menos si enfrente está un equipo sólido, que le saltaba a apretar enseguida, impidiéndole girarse.

Su solución a la excesiva verticalidad fue más verticalidad. Intentar apagar un fuego con más gasolina es algo que no suele funcionar.

Muy poca fluidez en el juego

Alejar a Nacho de la creación de balón supuso que esta recayera en Hernán. Un jugador, el canario, que ha mejorado sus prestaciones, pero que retiene mucho el balón y juega muy horizontal. Eso impide darle velocidad y fluidez al juego. Por tanto, que Hernán sea el que lleve la manija del balón no casa en absoluto con el planteamiento que dispuso el ovetense, cuyas ideas principales eran recuperar y correr.

El problema era más evidente cuando el Sporting estaba obligado a salir con el balón jugado. De nuevo el equipo estaba partido en dos unidades. Los centrales y Cristian Salvador por un lado, y muy lejos la otra parte, Hernán y Nacho buscando recibir a espaldas de los medios para empezar a jugar, con Ivi López y Aitor queriendo encarar.

Todo este desbarajuste resultó en un Sporting completamente impreciso. Incapaz de hilvanar jugadas ofensivas y excesivamente encarador, ya que la mayoría de jugadores querían conducir el balón para poder trasladarlo a campo contrario. El gol de Osasuna fue un mazazo muy importante para el equipo, lo que sumado a una inoportuna lesión de Peybernes, derivó en el mayor desastre táctico recordado en el Sporting desde la época de Paco Herrera.

La desastrosa revolución del descanso

El Sporting salió del túnel con novedades importantes. Se fue un Ivi López inoperante para dar entrada a Álex Alegría. Un punta alto y fuerte que destaca en el juego aéreo. A su vez el equipo se dispuso en un extraño 1-3-4-1-2 con Aitor enlazando con los puntas y Cristian Salvador de central con Alex Pérez y Cordero. Demasiados cambios juntos, imposibles de asimilar para el equipo en solo quince minutos y que acabó siendo un desastre.

Cierto que se llevan tres derrotas consecutivas en casa y que la afición está desencantada. Pero no se pueden empezar a jugar finales en Febrero.

A parte de unos cambios demasiado drásticos y acelerados el fallo del entrenador pareció más profundo. Su solución a la excesiva verticalidad fue más verticalidad. Intentar apagar un fuego con más gasolina es algo que no suele funcionar. El equipo paso de acumular gente dentro para ir hacia fuera a hacer lo contrario, querer salir por fuera y acabar por dentro. Sin embargo ni Canella ni Geraldes aportaron profundidad exterior, teniendo que caer Aitor García a banda derecha y aparecer Cordero por el sector izquierdo, ya que tampoco Djurdjevic o Alegría caían suficiente a las bandas para generar situaciones de uno contra uno.

El gran agujero del Sporting estuvo en el sector izquierdo. Canella y Cordero realizaron un mal partido. De manera recurrente el central extremeño se iba «de excursión». Lo hacía a apretar la salida de balón del rival a zonas inoportunas. O bien salia dividiendo hasta tres cuartos, ya que Osasuna replegó la línea defensiva casi hasta su frontal. Este hueco dejado por Cordero fue atacado una y otra vez por los rojillos, creando numerosas ocasiones claras desaprovechadas por su propio desacierto en el último pase. El segundo gol rojillo cayó por propia inercia y vino de una falta de tensión defensiva de Cordero y Canella.

No se pueden jugar finales en Febrero

En los minutos que faltaban hasta el final del partido fueron terriblemente malos. Propios de un equipo y entrenador superados por la situación de jugar cada partido como si fuera una final. Los jugadores estaban partidos en líneas a una distancia enorme entre ellas. Solo se llevaba el balón al área mediante balones largos y cada jugador parecía realizar la guerra por su cuenta y lo extraño es que el marcador no fuese más abultado.

No hay que olvidar que muchos jugadores y el entrenador están haciendo, como quien dice, su debut en la categoría este año.

El Sporting perdió una oportunidad de recortar distancia a los puestos de play-off. Pero lo que tienen que hacer, empezando por el entrenador es tener calma y no dejarse llevar por la ansiedad. Cierto que se llevan tres derrotas consecutivas en casa. Cierto que la afición está desencantada. Pero no se pueden empezar a jugar finales en Febrero, ni realizar experimentos como los de la segunda parte frente a Osasuna con un solo gol de desventaja.

Peybernes en el suelo, en una acción el pasado viernes frente a Osasuna

Tampoco son muy razonables ciertas críticas al entrenador ovetense. Es cierto que la evolución mostrada por el equipo desde que hace casi tres meses se hiciese cargo no ha sido la esperada. Pero la mejoría del equipo con su llegada y en las primeras semanas fue palpable y notoria. Al menos el equipo ahora, si cae, lo hace buscando la portería rival y no pertrechado en su área. No hay que olvidar que muchos jugadores y el entrenador están haciendo, como quien dice, su debut en la categoría este año.

No se vio a jugadores entregados, ni con apatía. Simplemente se les vio en un pésimo día en el que todo lo que pudo salir mal así sucedió. Y aunque fallida, la revolución del descanso también sirvió para ver que hay entrenador que busca cambiar cosas cuando ve que las cosas no salen. Plantilla y cuerpo técnico seguirán trabajando para lograr soluciones. Tiempo, aunque pueda parecer que no, queda, y mucho.

¿Por qué nos caemos? Para aprender a levantarnos, señor Wayne.

Michael Caine en «Batman Begins (2005)».

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