Felicidad para unos, tristeza y rabia para otros. Sporting y Oviedo se midieron esta jornada en el segundo derbi asturiano de la temporada y si el primero, en feudo carbayón, se quedó allí, éste no se movió de Gijón. Se decidió por la mínima en un encuentro igualado donde los rojiblancos tuvieron más ocasiones y los carbayones más dominio y control. Un partido que cumplió con los cánones de desarrollo previstos y que no decepcionó, porque la fiesta del fútbol asturiano tuvo absolutamente de todo.
Al Oviedo no le dejan empatar
- Polémico final. El momento del que todos hablan. El que ocupa minutos en los informativos y líneas en la prensa escrita. Ese gol de Ibra en el tramo final del encuentro. El que habría permitido sumar un punto y, además, ganar la diferencia particular de goles con un rival directo. El árbitro pitó falta del delantero oviedista sobre un zaguero rojiblanco. La duda, que se comentó en zona mixta, es que si el defensa hubiese dado la patada se habría pitado penalti. Y ya no me refiero en el área del Sporting, sino en cualquiera de las dos. El colegiado, además, no estuvo nada bien, al margen del tanto anulado decimos. Todo el mundo lo vio, poco más que decir.
- Mejor en la segunda parte. Al margen de lo sucedido con el colegiado del encuentro, el Sporting salió mucho mejor que el Oviedo. Los metieron ese punto de intensidad necesario para triunfar en un derbi. En la primera mitad, el cuadro de José Alberto fue superior al de Juan Antonio Anquela. No así en el segundo acto, donde los carbayones tuvieron más presencia en campo rival, aunque no hubo claridad y acierto en la toma de decisiones, sobre todo en los metros finales.
- Faltó fútbol. Consecuencia de lo anterior es esa escasez de juego que se vio en El Molinón. El Sporting no la quiso en ningún momento, y el Oviedo se atrevió a tenerla. No faltaron ni ganas ni actitud, es un problema de fútbol. Los azules no se encontraron en los metros finales, donde hay que ser determinantes, y lo acabó pagando caro. Generó ocasiones, sobre todo en la segunda mitad con las entradas de Ibra y Toché, pero tampoco se estuvo acertado. Al contrario que ante el Nástic, el conjunto oviedista perdió en las áreas.
- Injustificable trato al oviedismo. Lo vivido en la previa del encuentro por parte de la afición del Real Oviedo es lamentable. Los cacheos fueron excesivos, y para los seguidores que entraron por la puerta 6 solo se habilitó un baño para cientos de personas y tampoco contaron con un bar para poder beber algo. En referencia al primer aspecto, se requisaron todas las camisetas, bufandas o banderas que tuviesen el logo de Symmachiarii o en las que se podía leer ‘Oviedo capital‘ u otros lemas. Situación que provocó que tres mujeres tuviesen que acceder al estadio en sujetador. Un trato vergonzoso impropio de un partido de fútbol.
Ya tocaba ganar un derbi
- Sin sorpresas: El partido por el bando rojiblanco fue tal y como se esperaba. Con la baja de última hora de Carmona y la entrada de Traver, el resto estaba claro. Tanto en el once, como en el estilo de afrontarlo. El Sporting renunció al balón. Algo que incluso Juan Antonio Anquela intuyó y para ello dio entrada a Javi Muñoz en el once inicial. Dejó que el cuadro azul tocase en zonas intranscendentes que no llevaran peligro a la portería de Mariño. Con ese guión, las ocasiones, y el gol, en el primer tiempo fue todo de claro color rojiblanco.
- El karma puede volverse en tu contra: El Sporting logró adelantarse en el marcador superada la media hora. Fue con un gol en propia puerta de Bolaño, aunque con una intervención decisiva de Álex Alegría, que fue durante todo el partido un incordio para toda la defensa azul. Quiso el karma que fuese el cántabro, un jugador admirado por la afición carbayona, pero odiado por el resto de LaLiga 1|2|3 quien decantase el derbi para el bando rojiblanco. Pudo además sentenciarlo. Con un penalti tan claro como estúpido, que solo Champagne con una parada sublime evitó. Para la mofa rojiblanca quedará también su ‘celebración’ con la afición azul desplazada tras el gol anulado a Ibra en el 90′.
- El Molinón vibró como hacía mucho no lo hacía: El ambiente del derbi fue fantástico. Ambas aficiones animaron al equipo en unos términos generales de respeto, obviando algunos cánticos habituales en los derbis desde hace muchos años dada la enorme rivalidad. La parroquia local llevó en volandas a su equipo. Sobre todo cuando en los minutos finales el Oviedo se lanzó a la desesperada por el empate. Ahí El Molinón recordó por instantes a tiempos pasados en los que la animación en el estadio gijonés le hacía ser un infierno para los rivales.
- Siguiente parada; La Rosaleda: El derbi supone, además la cuarta victoria consecutiva, acercarse más a esa sexta plaza. Pero esa plaza sigue a su vez lejos, por lo que a efectos clasificatorios no servirá de nada si el equipo no mantiene esta línea en las próximas ‘ligas de un partido’. La siguiente será el viernes en La Rosaleda. En frente a otro conjunto que pelea por el ascenso como es el Málaga.