El playoff y la historia se reunían en la tarde del sábado en La Rosaleda. Málaga y Mallorca bregarían por dar un golpe sobre la mesa en la carrera por entrar en promoción. Todo hacía presagiar que sería un partido con ese aroma a Primera que tanto se respira en estas épocas del año.
Víctor Sánche del Amo propuso el mismo equipo que venció al Alcorcón en su debut. Ontiveros se erigía como pieza clave en el esquema del nuevo entrenador y ante el Mallorca no iba a ser menos. El marbellí cogió las riendas del caballo boquerón y con una salida espectacular empezó a generar ese peligro que tanto le caracteriza. El pánico en el conjunto bermellón cada vez que el extremo tocaba la pelota era palpable en cada uno de los jugadores.
Sin embargo, la primera ocasión clara la tuvo el potro balear. Budimir cazaba un rechace de Lombán y Munir evitaba el primer tanto visitante. A la siguiente jugada, apareció, una vez más, Ontiveros para enviar un centro medido a Blanco para que este rematara a las manos de Manolo Reina. El arquero balear tuvo que volver a trabajar con un disparo cruzado de Adrián que Reina mandaba a córner.
El resto de la primera parte transcurrió con un Málaga volcado arriba, generando peligro por la banda izquierda y a balón parado. La intensidad y la tensión bañaba todos los centímetros del verde de La Rosaleda. Por su parte el Mallorca, buscaba generar sangre en las transiciones lideradas por Dani Rodríguez. Un chut del gallego fue lo más peligroso, pero otra vez, Munir la echaba fuera con una gran manopla.
El segundo acto se inició con las revoluciones menos intensas. El Mallorca consiguió enfriar al Málaga eclipsando al mayor faro ofensivo, Ontiveros. El partido entraba en la tensa pausa que obligaba el calor de la Costa del Sol.
En esa pausa, el Málaga quería llevar el peso del partido. Bare y N’Diaye llevaban la brújula de los blaquiazules. El control de la posesión no se convertía en profundidad si no aparecía el de siempre. Ontiveros la tuvo, con su jugada clásica, recorte y chut al palo largo. Pero ahí apareció otra vez Reina.
Con el paso de los minutos, el Málaga veía como la victoria se le escapaba. El Mallorca no le perdió nunca la cara al partido. Y ahí, en los últimos minutos apareció Abdón Prats, para dejar un balón perfecto para que Leo Suárez engañase a Munir para llevar la locura a todo el conjunto balear.
. Un gol del argentino que da los tres puntos para el Mallorca que le elevan al Olimpo de la Segunda División y deja a un Málaga muy tocado en la lucha por el ascenso. El nerviosismo fue la condena de los de Sánchez del Amo ante un Mallorca que siempre compite y que ahora mismo nada le impide soñar.