Este pasado domingo, el Sporting ‘B’ selló su permanencia en Lezama. Lo hizo tras vencer en las instalaciones athleticzales al Bilbao Athletic. Con aún tres jornadas por disputarse, el filial rojiblanco ha logrado algo que hace apenas mes y medio parecía impensable por la dinámica que llevaba el equipo.
Además, en ese triunfo, ha querido la deidad suprema del fútbol que los dos jugadores que certificaron esa salvación con sus goles fueran Pedro Díaz y Pelayo Morilla. Ambos son las dos más fervientes promesas, sino las únicas que parecen cualificadas para dar el salto ya al primer equipo, de Mareo y que han recuperado su verdadero nivel en los últimos encuentros. Concretamente desde que Manolo Sánchez Murias asumió la labor de volver a sentarse en un banquillo para revertir una situación que era más que preocupante.
Porque podemos llenarnos la boca con que la labor del filial es formar jugadores y que no importa la categoría. Podrán darse cientos de argumentos a favor pero no podrán superar a uno en contra. Y es que la formación, si es contra rivales más competitivos siempre será mejor. Y es indudable que en Segunda ‘B’ el nivel es mayor que en Tercera División. Por eso la permanencia se antoja algo básico más allá de la formación de jugadores, que no deja nunca de ser el principal objetivo de un filial. Pero esa permanencia es algo con lo que en Mareo han especulado como si de un mercado bursátil se tratara. Hasta tal punto de convertirlo en un serio riesgo para toda la cadena formativa de la escuela de fútbol rojiblanca.
Cometieron dos errores
Quizá usted, querido lector, ha llegado hasta este punto de mi artículo sin entender a que me refiero. Viajemos hasta el mes de Noviembre, cuando José Alberto López, ascendió al primer equipo como entrenador. Eso dejaba vacante el banquillo de un filial que marchaba quinto clasificado con 23 puntos. Dejaba el segundo equipo rojiblanco en plena pelea por lograr el éxito de la campaña anterior de jugar un play-off de ascenso a LaLiga 1|2|3.
Pero aquí llegó el primer error. Situar a Isma Piñera como entrenador del filial. Fue promocionado desde el juvenil de División de Honor, donde los buenos resultados, taparon sus carencias como técnico. Unas carencias que a lo largo de los dieciséis partidos le costaron al filial dejar la zona alta de la tabla para acercarse al abismo del descenso. Ya no es solo los 9 puntos de 48 posibles sumados. Es que el juego desplegado por el Sporting ‘B’ aburría a las piedras. Además relegó a una de tus mayores promesas como Pelayo Morilla al ostracismo del banquillo o la grada. Mantenerlo tanto tiempo fue el segundo error.
Por suerte, no cometieron un tercero. Pero debido a esta inacción, corregida eso sí a tiempo, el Sporting ha jugado con fuego y ha tirado a la basura como mínimo media temporada. Tras el relevo de Isma Piñera, el Sporting ‘B’ recuperó no solo el fútbol, sino también los resultados. Pero ha estado a punto de mandar de nuevo a los infiernos de la Tercera División al filial. Con el retroceso y consecuencias para la formación de sus jugadores que habría tenido. Es de esperar y desear que en Mareo hayan aprendido la lección de cara al futuro. Aunque, personalmente, confieso mi escepticismo. Será el tiempo, ese juez insobornable que decía José María García, quien despeje las dudas.