‘El Principito’ que pudo ser rey
Lo que pudo ser y no fue. Lo que fue y dio. Un jugador diferente, un talento pulido a base de esfuerzo que no alcanzó la cúspide del club rojiblanco
Ayer, Antoine Griezmann, hacía público que a final de temporada abandonará el Atlético de Madrid, tras cinco temporadas. El jugador francés confirmaba lo que muchos sospechaban, lo que otros no imaginaban y lo que algunos nunca hubiesen querido. El ‘7’ del equipo colchonero buscará nuevos retos lejos de los aledaños del Wanda Metropolitano. Su cláusula (200 millones) pasará a ser de 120 millones a partir del 1 de julio, una ocasión que aprovechar muchos equipos para iniciar la puja por el galo.
Griezmann se pondría a las órdenes de Diego Pablo Simeone en la temporada 2014/15, procedente desde la Real Sociedad. Dijo adiós a San Sebastián, siendo un extremo izquierdo de gran proyección, con 23 años. El técnico argentino moldeó al jugador francés, convirtiéndole en uno de los mejores ´enganches´, segundo delantero, media-punta o como quieran llamarlo. Su ética de trabajo le llevó a entrar al podio del Balón de Oro, ganó un Mundial desde la posición descrita, consiguió una SuperCopa de España, una UEFA Europa League y una SuperCopa de Europa. Simeone arriesgó en centrar al ‘7’, le dio libertades siempre bajo la dictadura atlética del trabajo.
Pasó a ser un jugador diferente, indetectable en la segunda línea, jugando -travieso- entre el centro del campo y los centrales. Un último pase exquisito, un golpeó preciso y una visión y lectura de juego al alcance de unos pocos. El revoltoso extremo procedente del País Vasco, vertiginoso y profundo era solo un niño. En Madrid maduró a marchas forzadas para pasar de promesa a estrella, de revolucionario a indispensable. La metamorfosis experimentada por Griezmann ha ayudado enormemente al Atlético de Madrid en la conservación de su estatus de ‘equipo grande de Europa‘. Antoine es un hombre adulto y maduro, así lo ha demostrado en el césped y, ahora, él cree que es el momento de abrir sus alas y volar. El club rojiblanco poco puede hacer ante la auténtica ‘Decisión’, pues hace menos de un año dijo: «me quedo», con la boca pequeña.
94 goles en LaLiga, 21 en Champions, 12 en Copa y 6 en la Europa League, con el Atlético de Madrid. Un total de 133 goles en 256 partidos con la elástica rojiblanca. Quinto máximo goleador histórico, a menos de cuarenta goles de Don Luis Aragonés, con un promedio de gol por partido del 0,54. Pudo ser el rey, o mejor dicho el líder de los ‘indios’. Haber alcanzado el máximo honor de un equipo. Pasar a la historia como uno de los grandes del Atlético de Madrid, pero ‘La Decisión’ está tomada. Griezmann pide seguir siendo ‘El Principito’. Obviamente que sus razones no le faltan para abandonar la entidad: uno de los defensores más prometedores de Europa y su compatriota se fue (Lucas Hernández), su mejor amigo, líder y padrino de su hija (Godín) se marcha.
Desisitió en la lucha por alcanzar el título más prestigioso a nivel continental, derrotado de cosechar tantos ‘subs’, cansado de la crueldad y de como se ha cebado este deporte con el Atlético de Madrid. Puede que su marcha sea un síntoma de su incapacidad por hacer campeón al Atlético de Madrid, quizás necesite estar acompañado de otros cuerpos celestes (aunque esto le deje en segundo plano) para poder ganar. Cabe la posibilidad de que tras cinco temporadas no entendiese qué es ser del Atlético de Madrid. Griezmann ha hablado: se marcha, es una realidad.
Un grave problema que acentúa la crítica situación en la plantilla colchonera, mucho trabajo en la oficinas. Muchos jugadores nuevos tienen que llegar y rendir -como mínimo- al nivel de los que se fueron. Aquí pone fin a un nuevo capítulo de la historia de un niño de Mâcon que soñó con ser futbolista, de un niño al que casi nos perdemos. Sin dudas, Antoine ha sido un jugador de un valor incalculable para el equipo madrileño. Su nivel ha alcanzado cotas de fútbol que casi nadie se esperaba. El resquemor y la decepción, ahora, se agolpan en una afición que idolatró al ‘7’, un público que -con sus más y sus menos- siempre quiso al francés.
Pero, la vida sigue. Otros grandes jugadores ya se marcharon antes que él y el equipo, no siempre igual, se ha recompuesto. Aparecerá un nuevo ídolo para los niños. Ambos (club y jugador) seguirán con su travesía -por separado-. Los números de Antoine permanecerán en la historia del club, sus tres títulos en las vitrinas y en el recuerdo del aficionado (no de todos) una zurda que hacía delicias con el balón. Un final extraño, sin despedidas y con la sensación de un jugador que pudo ser un icono -y no un gran jugador-. Adiós Griezmann, aunque no sin recitar un fragmento del libro de Antoine de Saint-Exupéry, ‘El Principito’: «Quédate con quien te cubra del frío, te cobije ante el miedo y te cuide del mal; y todo eso sucede en un abrazo».