De certezas y obviedades

Dicen que los trenes, las oportunidades de oro para arriesgar y dar un giro copernicano a una circunstancia, solo pasan una vez y si no lo coges te quedas en el andén con cara de gilipollas. También dicen que las ocasiones las pintan calvas y también qué algo se nos sirve en bandeja de plata cuando nos ponen a nuestro alcance la solución a algún problema. Pues bien, la afición zaragocista le ha puesto a la junta directiva vías, andén y un AVE en una bandeja de plata tan grande como la Basílica del Pilar, cuya Virgen lucia orgullosa el manto con el escudo del Real Zaragoza.

Señores directivos, la ocasión la pintan calva. Tienen a huevo darle solución al problema que no han sabido solucionar en el largo y asqueante periplo por la división de plata del fútbol español. Nadie les discute su buen hacer económico, su organización empresarial, pero hace falta cerrar el círculo con la solución al problema deportivo. Hagan cuentas, pero no muchas. Piensen, pero lo justo. Saquen dinero de donde sea, repito, de donde sea y fichen a perpetuidad a Víctor Fernández. Un técnico como él no puede irse sin que su club del alma le proponga algo irresistible, profesional, económica y sentimentalmente. Tiene que haber algo que evite que el mejor entrenador zaragocista y zaragozano de los últimos tiempos se vaya de tapadillo.

Me dan envidia sana los clubes ingleses, ahí tienen un ejemplo a seguir. Denle a Víctor la total dirección deportiva, con absolutos poderes y luego, dejenle trabajar durante muchos años. De nuevo la Romareda, que últimamente se agarra a cualquier hilo de luz para ver el final del túnel de la Segunda División, les acaba de decir que tienen que hacer. Qué digo tienen, que deben hacer. Dejar escapar a Víctor Fernández sería peligroso, muy peligroso para el Real Zaragoza y supondría una ruptura total entre club y afición. En sus manos está. ¡¡¡¡Víctor quédate!!!!