La Copa del Rey del 2008 fue el canto de cisne de un equipo que agonizaba y se deshacía a la carrera. Una institución rota por dentro y deshecha por fuera. Un equipo cuyas máximas figuras tenían un pie y medio fuera del club. Fue el punto final a la lenta agonía del club tras ser nombrado mejor equipo del mundo en 2004. Pero ese título fue la excepción que confirmaba la regla. El Valencia CF inició un ciclo brillante tras ganar una Copa en 1979 y en 1999.
La Copa, el primero de tres
En 1979 Kempes era el máximo exponente de un equipo aguerrido, bronco y copero. En competiciones largas no era capaz de mantener la regularidad debida. Sin embargo, a dos partidos era tremendamente complicado superarle. Pasieguito había armado un bloque tremendamente compacto y que sabía aprovechar al máximo sus virtudes. Aquella final en el Santiago Bernabéu fue el primer título después de 8 años y se celebró como se merecía. La Copa del Rey devolvía al Valencia más aguerrido y rocoso.
Llega la Recopa de Europa, el segundo en el ciclo.
Tras aquella Copa, los «xe» disputarían la Recopa de Europa la siguiente temporada. Con Di Stefano ya como entrenador, el espíritu bronco y copero no disminuyó y las competiciones eliminatorias siguieron siendo el fuerte del equipo. La competición la inició el Valencia contra un semidesconocido equipo danés contra el que empató allá y sentenció en Mestalla. El título se veía todavía muy lejano pero el viejo coliseo del Avda de Suecia continuaba siendo un fortín.
Glasgow Rangers y Nantes fueron algunos de sus oponentes pero la eliminatoria más dura la disputó contra el FC Barcelona al que batió en dos apretadísimos duelos en el Camp Nou y en Mestalla. Especial mención merece este último ya que fue un partido vibrante, emocionante y con muchas alternativas. Tras la victoria en el partido de ida y el tempranero gol de Saura, todo parecía hecho. No fue así ya que el cuadro catalán consiguió remontar y ponerse 1-2 en el marcador. Momentos de zozobra y duda entre la feligresía valencianista. Dudas que se fueron disipando con los goles que ponían a los de Di Stefano 4-2. Canito retocaría el marcador casi sobre la bocina para el definitivo 4-3.
La final, disputada un 14 de mayo, no fue tan brillante como la trayectoria que llevó al equipo hasta allí. El míster argentino planteó un partido defensivo, dejando a Kempes como un islote en ataque y arropando mucho a Pereira. Tan solo dos ocasiones pudo contabilizar el Valencia a su favor en todo el partido. Kempes poco después del pitido inicial y Bonhof a punto de acabar la contienda. La historia jugaría una mala pasada a la estrella valencianista que falló el primer penalty y convertiría en héroe a Pereira. El portero valencianista pararía el último penalty y los de la capital del Turia se proclamaron campeones.
La Supercopa cierra el ciclo
La victoria en la Recopa daba derecho a disputar la Supercopa de Europa contra el reciente y flamante campeón de Europa, el Nottingham Forest. El equipo británico había brillado con luz propia en la temporada anterior y era un equipo temible.
Los valencianistas, tras el éxito de la temporada anterior, no habían empezado muy bien la temporada y el público estaba un poco de uñas por las salidas de Bonhof y Di Stefano, dos de los baluartes de los triunfos precedentes. Sin embargo, en aquella final a doble partido, el equipo ofreció su mejor imagen y pudo alzarse con la corona europea. Tanto en el partido de ida, jugado en el City Ground, como en Mestalla, los de Pasieguito se mostraron superiores en juego y ocasiones a su rival.
Aquel 17 de diciembre, con un Mestalla a rebosar, el conjunto «xe» supo jugar su partido y anular las virtudes de un equipo muy físico y con un ritmo alto de juego. Morena transformó en la segunda parte el único gol del partido tras capturar un rechazo de un lanzamiento de Saura al larguero. La parroquia local veía próxima la celebración de un nuevo título, una Supercopa que no tenía ningún otro club español.
1999, la Copa del Rey inicia un lustro de triunfos
En una situación muy similar a la de la actual temporada, los valencianistas llegaban a Sevilla tras haberse clasificado para la Champions en la última jornada de Liga. De aquella final ya se ha dicho y contado todo. 3-0 pasando por encima del Atlético de Madrid con Mendieta y el Piojo en plan estelar.
Tras ese título llegarían dos subcampeonatos de Champions ante Real Madrid y Bayern Munich en París y Milán respectivamente. Ventas de jugadores, traspasos millonarios que parecían deshacer al equipo. Rafa Benítez, nuevo entrenador del Valencia, comparado con el famoso torero para mofa y escarnio. Parecía el final del ciclo. Pero no fue así.
Las ventas de jugadores como Farinós, Gerard , Mendieta o el Piojo fueron bien invertidas por Subirats en recomponer al equipo. La dupla Albelda-Baraja maduró, se acopló y fue la base sobre la que construir un equipo campeón. La continuidad de Cañizares, Ayala y Carboni aseguraron la fortaleza defensiva. La eclosión de Vicente y el trabajo inagotable de Rufete dieron la profundidad necesaria por las bandas. Mista, Carew, Angulo y Aimar fueron las puntas de lanza, los estiletes ofensivos de un equipo que lo fue en letras mayúsculas.
@VicentSarrion