Mercedes sigue líder pese a los errores

Bonita carrera. La protagonizaron Mercedes y compañía, donde se vivió en el trazado monegasco el pasado domingo. Bonita, y también cabe decir, que atípica. Donde reinaba la calma en años anteriores, sin grandes adelantamientos y siendo una carrera históricamente muy parecida a una procesión, esta vez el guión fue distinto. Y se agradeció.

Al menos, teníamos una variable llamada Charles Leclerc que iba a intentar revertir los errores de su escudería durante el fin de semana. Quería destacar en el circuito de casa. Se quedó en un condicional, pues no pudo evitar un pinchazo y el posterior destrozo del monoplaza. Mucha garra, pero en Mónaco estás enjaulado. Saldrá reforzado, pese a las complicaciones. Estas situaciones le hacen crecer como persona y como piloto, sobretodo. Aunque lo esté haciendo muy bien, cuando se falla, uno lo reconoce.

Los focos sobre el joven piloto de Ferrari se apagaron muy temprano. Pero la función no paró. Las luces se enfocaron sobre la cabeza de carrera. Con el Safety Car en pista, provocado por los trozos del coche ya abandonado de Leclerc, los boxes iban a estar muy concurridos. Entraron los que estaban más cerca de la primera posición, evitando los undercuts, aunque aquí en Mónaco sean muy difíciles de producirse.

Se colocaron los protagonistas detrás del coche de seguridad. Lewis Hamilton pudo aguantar la primera posición. Hubo un intercambio de posiciones en el segundo y tercer puesto, ya que Max Verstappen pasó el primero de los dos, con alguna que otra trampa. Un unsafe release, que le añadiría 5 segundos a final de la carrera. Además, Valtteri Bottas fue también perjudicado por este error del muro de Red Bull. Tuvo que volver a entrar por el pinchazo provocado por el holandés, relegándolo a la cuarta posición. Y Sebastian Vettel, no rechazó el regalo.

Con el terreno ya explicado, la crítica empieza. Y va directamente al muro de Mercedes. Con unas 65 vueltas por delante, escogieron el neumático medio frente al duro de sus perseguidores. Sus cálculos, muchas veces perfectos, pusieron en apuros a Hamilton. Un error por exceso de confianza, casi hace que este pierda una carrera que ha liderado de principio a fin. No se puede jugar con el “quizás” en un Gran Premio. El único comodín que tenían, era que rodaban en Mónaco. Donde adelantar era prácticamente imposible.

Fueron muchas vueltas de agonía, de lloros por parte del piloto. Aunque los ingenieros de Mercedes le hablaran por radio con la calculadora en mano. A veces, nos olvidamos de lo fundamental. Y es la opinión del piloto, de sus sensaciones, de cómo puede afrontar una carrera. Y aquí, se equivocaron. Repito, en otro circuito, estaríamos hablando de error garrafal. Quisieron poner emoción y lo consiguieron. Los aficionados lo agradecemos, y se nota mucha diferencia cuando alguna variable no está controlada.

A todo esto, otros salvaron los muebles en un fin de semana grotesco. El segundo puesto final de Sebastian Vettel, no fue merecido. Ni por las sesiones anteriores ni por la propia carrera. De mero espectador, detrás de Hamilton y Verstappen, observando que pasase algo. El circuito más lujoso del Mundial no hizo brillar a una Ferrari decaída, que según ellos encuentran los errores, pero no vemos grandes diferencias.

Otro fin de semana más y otra victoria para Mercedes. Como dijo el piloto británico, ha sido una de las carreras más difíciles. Donde Niki Lauda, allá donde esté, ha transmitido el espíritu competitivo para seguir hasta el final. Hamilton se lo tomó al pie de la letra. Aunque repetimos, en el próximo Gran Premio que se disputará en Canadá, un error como este y no tendremos el mismo final. Seguramente habrán entendido el mensaje para posibles futuras ocasiones.

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