Siete años desde que se nos partió el corazón

Hoy se cumplen siete años desde que los sportinguistas nos quedamos huérfanos de uno de los últimos referentes: Manolo Preciado

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Cualquier cosa para recalcar la altura humana de Manolo se queda corta y esta más que repetida, aunque no por ello le quita valor. Y siete años después de su partida aún se puede apreciar lo que nos legó mas allá de su humanidad. Aquel fatídico 6 de Junio de 2012, el corazón de los sportinguistas se rompía a la vez que el de Manolo se apagó. Un hombre que se echó todo un club y a una ciudad a sus espaldas. Que consiguió llenar El Molinón, no solo con incrédulos que volvieron a creer, si no con multitud de jóvenes asturianos que se hicieron sportinguistas.

Deportivamente, por desgracia, el Sporting esta volviendo poco a poco al sitio en el que Manolo se lo encontró. Un equipo mediocre de Segunda División, con una plantilla que no convence y que no está a la altura de las expectativas. Socialmente, sin embargo, el club es otro. No se pueden entender las espectaculares cifras de abonados que el Sporting ha tenido año tras año, sin el camino que inició el cántabro y que continuó el equipo dirigido por Abelardo. Solamente hace falta darse un paseo por las gradas del estadio y echar un ojo a la gente que ocupa sus asientos.

El Molinon-Enrique Castro»Quini» afortunadamente no es solamente un campo de gente adulta si no que por contra se pueden encontrar muchos jóvenes entre los 18 y los 30 años años. Sin duda habrá muchos que nacieron rojiblancos y otros tantos que ya eran en parte sportinguistas, pero es indudable a su vez que la gran mayoría se engancharon al Sporting definitivamente con el cántabro en el banquillo. Ese es el legado imborrable que nos dejó Manolo, una masa social que con sus problemas y diferencias quiere al Sporting y que dota al club de un elemento diferencial para siempre poder optar a subir, su afición.

En un club tan falto de referentes tras la pérdida de Manolo y la de Quini, sin un nuevo líder que marque el camino, los sportinguistas somos afortunados. Tenemos muy cerca una estatua que encarna y nos recuerda los valores que debe tener el Sporting. Aunque quizás no sea suficiente para honrar al «paisano» que no sólo recupero un club de fútbol para la élite, si no que consiguió que una ciudad que respira y vive como su club volviera a sonreír.

Muchas gracias por todo Manolo. No puedo evitar emocionarme recordando aquel día camino al entonces solo El Molinón de nombre, para presentarte mis respetos y darte el último adiós en el estadio que fue tu casa. Por suerte siempre puedo recordar la ilusión de ese adolescente que iba al campo alegre y motivado sabiendo que fuera quien fuera el rival, tú Sporting saldría a dar la cara y a ganar ese partido vital. Porque si hay algo que en tu vida hubo a espuertas fueron partidos vitales. Y tú siempre los ganaste ‘Bigotes’.

Un abrazo Manolo, te echamos de menos.

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