Decepción en París. Argentina Empata Con Japón
Decepción en París. Argentina Empata Con Japón
Esta tarde en París, las selecciones de Argentina y Japón se batían en duelo que prometía mucha ofensiva: por las sudamericanas, Estefanía Banini y Soledad Jaimes habrían de orquestar un fútbol técnico; de lado asiático, Kumi Yokoyama y Yui Hasegawa debían armar el Japón mesurado y eficiente.
El primer tiempo confirmaría el preludio de las alineaciones, la albiceleste jugaba a no perder, con cinco jugadoras en medio, que conforme pasaban los minutos, se convirtieron en línea defensiva: nueve jugadoras argentinas protegían el arco.
Japón, perfectamente ordenado (ya una tradición), fue brutalmente sorprendido por el escudo defensivo. Las Nadeshiko tomaron el control del balón. Saki Kumagai distribuía desde atrás, pero el excesivo tráfico americano en la media cancha frenaba cualquier oportunidad.
Argentina se apretaba, el escudo blindado albiceleste era inmune al battōjutsu que, por banda izquierda, Yui Hasegawa intentaba hacer. Tampoco Kumi Yokoyama ni Yuika Sugasawa pudieron llegar, con peligro, al área, salvo dos ocasiones que la arquera Vanina Correa disipó.
Encuentro Trabado
Para la segunda mitad, ningún equipo cambió su táctica: Argentina se metió aún más a la defensa y Japón no supo resolver el enigma.
Banini tendría un par de explosiones que resultaron en tarjetas amarillas para las niponas, claro, patrocinadas por una falta de imparcialidad arbitral.
Japón caía en la estrategia burda de las argentinas. Asako Takakura no supo encontrar claves en tiempo y forma, pues sus cambios fueron precarios y tardíos. Takakura simplemente no estuvo a la altura de una estrategia, que si bien conocía, no esperaba.
Ante más de 25,000 espectadores, Argentina sacrificó sus Boleadoras que tiene en los botines de Banini, para evitar el Ryūsōsen Nadeshiko.
Un Cero a Cero Decepcionante Con Una Incógnita Ética
Es un resultado histórico para una selección que ha tenido que pelear contra todo tipo de obstáculo, violencia, discriminación, desvalorización, etc., pero en el fútbol femenil, que ha demostrado guardar los valores deportivos (casi olímpicos) que el de los varones ha vendido, ¿qué es lo que más importante, un punto a costa del estilo, de la magia de sus mejores jugadoras, un punto “sea como sea” o una escuela futbolística, el crecimiento profesional, el espectáculo y el reconocimiento? ¿Qué es lo que se quiere dejar como legado, la mentalidad de ganar sin importar la forma o la certeza de que la victoria también se obtiene con personalidad de juego?
Hoy no vimos el encanto de Argentina, todo lo contrario, vimos un equipo temeroso de un Japón que está lejos de ser terrorífico.
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