Más sabe el diablo por viejo
En un partido parejo, donde ambas selecciones tuvieron oportunidades frente al arco, salió avante la Roja con un marcador engañoso (4-0) gracias al oficio mostrado por sus jugadores más experimentados
En un partido que a priori parecía más parejo, por la debacle que llevó a Chile a faltar al pasado Mundial y por el crecimiento exponencial del fútbol japonés, la Roja se llevó un marcador holgado que no mereció, pero que logró por sobrarle la malicia y que, prácticamente, lo pone en la siguiente fase. Japón tiene un equipo serio y entregado, sin duda comprometido, pero pleno de carencias, incluso inocente.
El cuadro nipón, el otro invitado a la Copa América además de Catar, saltó al campo con un sorpresivo 4-4-1-1 después de haber jugado sus partidos previos con un 3-4-3, también sorpresiva fue la titularidad de Takefusa Kubo, canterano del Barcelona que recientemente ha sido transferido al Real Madrid. Esto no significó que los japoneses le cedieran la iniciativa al cuadro chileno: los asiáticos buscaban atacar por medio del ataque posicional, lo que le complicó las cosas a una selección chilena que también buscó ofender por medio de la tenencia del esférico.
Reinaldo Rueda salió con un 4-3-3 que tenía como centro a Érick Pulgar en la medular y que alineaba a siete jugadores de la vieja guardia (Fuenzalida, Alexis Sánchez, Beausejour, Medel, Isla, Aránguiz y Vidal), todos con 30 años o más. Este Chile está sobrado de veteranía, pero está claro que el oficio no lo ha perdido. Lo que sí está en duda es si Rueda es capaz de hacer un cambio generacional sin que la Roja sufra tanto: desde que asumió la dirección técnica de Chile ha llamado a 47 jugadores… para acabar decantándose por los mismos de siempre.
La similitud de las intenciones de ambos equipos provocó una primera mitad poco vistosa, donde la posesión fue repartida por ambas escuadras. En este escenario, las virtudes técnicas de los chilenos se impusieron ante las de un Japón que sufrió muchísimo en las transiciones de defensa a ataque, ya que las permutas entre sus delanteros fueron defectuosas (con sólo un 70% en la precisión de pases). Después de una primera media hora bastante pareja, la balanza se empezó a inclinar ante un Chile que se mostró muy intenso a la ofensiva, su sello y lo que le ha llevado a ser bicampeón de América en esta década.
La Roja inquietó más el arco de su rival, haciendo temblar a la meta rival en tres ocasiones, de la mano de Alexis Sánchez y Edu Vargas, previas al primer zarpazo chileno. Un centro derivado de un tiro de esquina de Aránguiz, que debió haber sido repelido por la defensa nipona, terminó en las redes gracias a que Nakayama y el central Ueda no supieron marcar como era debido a Pulgar, que con un certero cabezazo castigó la inocente marca de los japoneses.
El segundo tiempo trajo consigo un Chile más cómodo dentro del terreno de juego, que empezó a asociarse de la manera a la que nos acostumbró en las dos Copas América anteriores. De esta forma llegó el segundo gol: una jugada colectiva providencial al minuto 54’ culminó con un disparo de Edu Vargas que, para fortuna de la Roja, fue desviado por el joven central Tomiyasu. La ventaja de dos goles no le trajo la tranquilidad esperada a los chilenos, que ya cansados, optaron por recular y ceder la iniciativa a su rival, que se desató y generó el peligro suficiente como para aspirar al empate, pero los goles nunca llegaron para un Japón que solo ha marcado en tres ocasiones en sus últimos cuatro partidos a pesar de que en dos de ellos jugó contra equipos endebles como Trinidad y Tobago y El Salvador.
Los nipones inquietaron de verdad a la zaga andina por medio de su estrella Geku Shibasaki, que le puso balones certeros a Ayase Ueda, que seguramente tuvo una de sus peores noches como futbolista profesional al fallar tres ocasiones claras de gol: una al atardecer del primer tiempo y dos en el segundo que habrían acercado a Japón en el marcador. Por su parte, el nuevo merengue Takefusa Kubo dio un chispazo de su talento al burlar a tres futbolistas chilenos y entrar al área. Lo malo fue que su tiro se fue a un costado cuando tuvo para hacer mucho más.
Ya con un Japón golpeado física y mentalmente, Chile mostró la dentadura y, sin piedad, mordió en un par de ocasiones más: Aránguiz, la indiscutible figura del encuentro, entró en el área, y con una excelsa protección del balón y un técnica providencial, se comió vivo a Nakayama, su marcador, para ponerle un centro estético y preciso a Alexis Sánchez, que con este gol ya cuenta con 42 dianas para la Roja, encabezando la lista de goleadores históricos de la misma.
Los asiáticos, acorde al guión que su cultura les conmina a seguir, persiguieron el descuento en vez de resguardarse en su zona defensiva a pesar de ser arrollados en el marcador. Esto llevó a que, tan solo un minuto después del tercer gol, Edu Vargas le pusiera la cereza a un contragolpe chileno, lo que lo acaba de convertir en el máximo goleador histórico de la selección chilena en Copa América. Japón trató, pero el oficio pudo más que la juventud.
@Ricardoguajiro