Sin prisa pero sin pausa, el proyecto del Valencia CF

Toda casa se comienza con unos cimientos fuertes y resistentes, una báse sólida desde la que levantar paredes, muros, ventanas y demás elementos de la vivienda. Con una base ya creada, firme y de calidad, el resto se ha de hacer con calma, prudencia, cabeza y responsabilidad.

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Hace poco más de dos años que el Valencia CF anunció a Marcelino García Toral como su entrenador para la temporada 17/18. El entonces director deportivo era partidario de otras opciones con una visión futbolística totalmente diferente. Alexanko apostaba por Quique Setién y su fútbol más combinativo. El exjugador azulgrana acabaría saliendo del club y Marcelino asumía más galones. Mateu Alemany depositó su confianza en el técnico asturiano y fiaba a su capacidad la necesidad de volver a la Champions.

Ideas claras, proyecto en marcha

Poco a poco se fueron sentando las bases del proyecto y se marcaron las líneas de trabajo. Un patrón de juego claro, un sistema inamovible y una filosofía de club muy consolidada.

El patrón basado en un juego dinámico, eléctrico que buscaba llegar a la portería contraria con pocos toques de balón y con mucha verticalidad. El sistema, el 1-4-4-2 con pocas variaciones según quien ocupe las bandas en el centro del campo y esa segunda punta que Rodrigo desempeñaba con mayor dinamismo. La filosofía de club permanecía también invariable. Aumentar el patrimonio deportivo con mejores jugadores, mantener la columna vertebral y vender bien para comprar mejor.

La Champions llega antes de lo esperado

El segundo año se buscó un entorno más cómodo para el entrenador y la plantilla se confeccionó teniendo muy en cuenta la opinión del mismo. En la previsión de Mateu, se contemplaba la opción de no entrar en Champions y no obtener esos ingresos extra. Afortunadamente, una primera vuelta de récord y unos rivales irregulares dejan a los blanquinegros en el cuarto lugar de la clasificación. Esto permite vender por menos de lo esperado y con un mayor margen de Fair Play. Una venta fuerte, la de Joao Cancelo, es suficiente para cuadrar las cuentas.

Con la vuelta a la élite deportiva, el club da un paso adelante y contrata a Pablo Longoria, conocedor del mercado de talentos jóvenes, con el fin de buscar ese mercado como modo de inversión deportiva y económica. Marcelino tiene quien le construya un equipo muy ajustado a su manera de ver el fútbol. La estructura va armándose y la idea es cada vez más clara.

Estabilidad social, deportiva y económica

Con una masa social creciente, una estabílidad deportiva conseguida con dos años consecutivos en Champions y una supervivencia económica basada en una venta razonable de jugadores y la futura construcción del estadio, el futuro valencianista se presenta halagüeño.

La consecución del título de Copa ha añadido esa pizca de ilusión que todo colectivo necesita tener, esa esperanza en rememorar viejas glorias y en mejorar el palmarés. La victoria ante el Barça devolvió al Valencia a ese primer plano futbolístico mundial y a su afición el orgullo de pertenencia a un club que hacía once años que no ampliaba sus vitrinas.

La continuidad en Champions no solo favorece el crecimiento del propio club, sino que amplía la distancia con otros clubes que ven reducidos sus presupuestos por la falta de esos ingresos que la máxima competición europea proporciona. La idea es acercarse al Atlético de Madrid tanto en recursos como en clasificación.

@VicentSarrion

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