La temporada 2018/2019 la empezaba el FC Barcelona Femenino con tres claros objetivos: volver a ganar los títulos domésticos, ser más regulares y mejorar en la competición europea. Todo esto, manteniendo el cuerpo técnico que había empezado un ambicioso proyecto la temporada anterior.
El equipo debía recomponerse tras tener varias salidas importantes: Laura Ràfols, Olga García, Ruth García, Line Roddik, Perle Morroni, Fabiana Simoes; y la cesión de Marta Unzué.
Para suplirlas, se realizaron varios fichajes. En primer lugar se llevó al primer equipo a algunas jugadoras del filial: Gemma Font, Candela Andújar y Claudia Pina. Se ficharon futbolistas como Stefanie Van der Gragt, Kheira Hamraoui, Pamela Tajonar y Andrea Pereira.
Comenzaba el curso futbolístico con polémica debido a la gira preparatoria por Estados Unidos. Por primera vez los dos primeros equipos de la sección del fútbol pasaban parte de su pretemporada en USA. Saltaría el escándalo al publicar los medios la diferencia entre las condiciones del viaje de unos y otras. Más allá de esto, las azulgranas tuvieron oportunidad de jugar varios encuentros contra distintos rivales para probar su nivel. Se saldaría la gira estadounidense con pleno de victorias y la sensación de haber mejorado prestaciones en comparación con la temporada anterior.
Volvieron a España para terminar la preparación, entre otros participando en la Copa Catalunya. Ganarían el torneo tras derrotar el RCD Espanyol Femení, teniendo más problemas de los esperados para sellar la victoria.
Empezó la liga y con ello se comenzaban a reproducir problemas de otros cursos: una gran plantilla que no rendía a su mejor nivel. Cambios posicionales, modelos de juego invariables e ineficaces, errores de concentración e incapacidad emocional de superar las dificultades. El cuerpo técnico no parecía poder reconducir la situación. Se fueron sacando adelante los encuentros, y se llegó a derrotar al máximo rival, el Atlético de Madrid, en los dos enfrentamientos ligueros. La falta de regularidad, y los empates y las derrotas inesperadas, provocaron que la directiva tomara una decisión.
Esta decisión tuvo efecto: el cambio de entrenador espoleó a las futbolistas. Se empezaron a trabajar varios aspectos relacionados con la competitividad y la comunicación. El equipo parecía jugar a otro ritmo y con otra “cara”. Empezaba a haber una esperanza clara de poder competir por los dos títulos domésticos.
El varapalo llegaría al perder unos puntos que se daban por ganados, alejándose casi definitivamente de la carrera por la liga: no dependían de sí mismas. Para seguir con las penas, en la Copa de la Reina, fueron apeadas por las colchoneras, en un partido muy competido. La Liga Iberdrola terminó en las vitrinas del cuadro rojiblanco. La Copa terminó en tierras vascas, al caer derrotado el cuadro madrileño frente a la Real Sociedad en la final. El primer objetivo no se lograría.
A nivel de competitividad se notó una mejoría, logrando el equipo más puntos que la temporada anterior, y volviendo a ser el conjunto menos goleado. Este objetivo sí lo podríamos considerar cumplido. ¿Bastaba esto para considerar que se trataba de una buena temporada? No, se necesitaba algo más, un impulso, una justificación. Sólo quedaba ya un torneo en el que emplearse a fondo: la Women’s Champions League.
Se produjo un evento inesperado en esta competición: el sorteo de Champions League encuadró al cuadro catalán en el “lado fácil”. Pero esos partidos había que jugarlos. Y ganarlos. Esta fue la competición revelación: las azulgranas consiguieron un hito histórico. Apearon de la competición al LSK Kviner SK noruego y al Bayern de Múnich. Y el FC Barcelona Femenino se convirtió en el primer equipo español en llegar a la final de la competición europea. Pese a caer estrepitosamente en la final, pagando la novatada, el camino era el correcto. Se compitió sin dejarse nada en el tintero y sabiendo sufrir y sobreponerse a las adversidades. La final fue el peor partido del conjunto culé en esa competición, por el resultado y por la imagen mostrada en el primer tiempo.
El objetivo que se habían marcado a medio plazo, es decir, jugar una final de Champions League, fue, curiosamente, el único que se alcanzó.
Las jugadoras clave en la consecución de estos objetivos fueron varias, aunque las más destacables, sin duda, la portera Sandra Paños, la defensa Mapi León, la centrocampista Alexia Putellas y la delantera Lieke Martens. Como notas negativas podríamos decir que la delantera Toni Duggan no acabó de explotar y que Patricia Guijarro sufrió una grave lesión que le impidió participar durante varios meses.
El cambio de timón fue positivo. Se notó la mano del nuevo entrenador en el aspecto anímico y psicológico. Se consiguió sumar más puntos y competir mejor que la temporada anterior.
Al finalizar la temporada, gran parte de la plantilla ha sido llamada a competir en el Mundial de Francia. Algunas con la Selección Española, otras con la Selección de los Países Bajos y también con la Selección Inglesa o la Selección de Nigeria. En este periodo se han anunciado bajas como las de Gemma Gili o Bárbara Latorre. También se ha conocido que se incorporarán futbolistas del filial o el fichaje de Caroline Graham Hansen.
Se ha confirmado la continuidad del entrenador que llevó al Barça a la final: Lluís Cortés prolonga su compromiso. Se confirma también la continuidad de algunas futbolistas clave: Alexia Putellas, Mapi León, Aitana Bonmatí, son algunos ejemplos.
Siguiendo con la columna vertebral, y atrayendo nuevas piezas al proyecto, el conjunto culé quiere plantearse objetivos realistas pero ambiciosos, en línea con los de la temporada anterior. Se quieren reconquistar los títulos domésticos y seguir estableciéndose como cuadro a temer en Europa. ¿Se podrán conseguir estos objetivos? Por el momento se conocen ya algunos de los partidos de pretemporada, y se trata de buenas pruebas de nivel.
Por Helena García (@hgamo18)