Jornada redonda para los dos grandes de Asturias. Oviedo y Sporting logran dos triunfos muy importantes para alejarse de la zona de descenso. Los rojiblancos lo hacían el sábado, en Elche y con un tanto de Manu García que devolvía a los de Jose Alberto a la senda del triunfo. Mismo camino que el Real Oviedo, que sumó su segunda victoria consecutiva por primera vez en la temporada y su primer triunfo en el Carlos Tartiere. Los chicos de Rozada siguen de dulce y ya acumulan once de los últimos quince puntos en juego.
Un triunfo balsámico
- Partido bastante completo: El Sporting venció en Elche en un partido en el que el adjetivo que más lo definiría sería el de práctico. Un partido práctico, donde el cuadro rojiblanco salió a mandar y aunque no logró mantener esa propuesta de control a través del balón los noventa minutos. Hubo fases en las que el Elche logró encerrar, con constantes centros al área desde prácticamente cualquier posición, al club gijonés en su área, pero no logró apenas remates claros. Y es que el partido no lució por el número de ocasiones, que entre ambos conjuntos crearon más bien pocas. Ahí, simplemente, el Sporting fue más efectivo, pues además acarició el 0-2 en un mano a mano y un balón al poste. Acciones de las que el Elche no dispuso en ningún momento.
- Un apuesta por el físico: La primera victoria de su historia en el Martínez Valero y la primera en 41 años llegó con un notable cambio en la medular. José Alberto López antepuso el físico de Cristian Salvador al talento de Nacho Méndez. La apuesta le salió muy bien, ya que el zamorano se fajó en todas las acciones y despachó un encuentro fantástico, estando siempre donde requería la acción. Eso ayudó mucho a Javi Fuego, quien más despreocupado de tener que realizar ayudas y coberturas, pudo ejercer el mando en el centro del campo con total claridad. Y es que la medular, aunque la posesión acabase siendo mayor para el Elche, fue siempre rojiblanca.
- Manu García, ¿un nuevo Diego Castro?: Pero además el Sporting supo ser letal en una de las pocas ocasiones que tuvo. Aitor García, anclado en su posición natural, la banda derecha, fue un dolor de muelas para el Elche. De sus botas salió el balón que Manu García no desaprovechó para poner el 0-1 con el que concluiría el partido. Dada la situación del partido, en el que todo lo que no fuese una victoria hubiese metido al Sporting en descenso, la destitución de José Alberto López no hubiese nada descartable. La relación del mediapunta con su entrenador va mucho más allá de un entrenador y un jugador, como ocurría entre Diego Castro y Manolo Preciado. Hace casi nueve años, el gallego evitó la destitución del cántabro con sus goles en A Coruña y Santander. Ahora, probablemente, Manu García haya hecho lo mismo con el técnico ovetense.
- El mensaje se refuerza: Además la victoria refuerza el mensaje que el vestuario se ha afanado en enviar. Ese no es otro que están con su entrenador al ciento por ciento. Se vio no solo en la disciplina y entrega sobre el césped para vencer en un campo siempre difícil. Sino también fuera del mismo. El abrazo de Isma Cerro o los efusivos saludos y más abrazos con otros jugadores tras el mismo. Esta vez, además de ante los micrófonos, los jugadores enviaron el mensaje de que cambiar al entrenador no es la solución. Sino que esa solo pasa por ellos.
El Oviedo impone su ley
- La pegada se impone en el Tartiere. El Oviedo cantó la primera en el Tartiere. Y lo hizo después de mostrar su poderío en la zona de ataque. Los azules fueron muy efectivos a lo largo de los noventa minutos. Cuatro disparos entre palos y cuatro goles. Ortuño sigue demostrando que está en un momento de forma sensacional. También Borja Sánchez, que volvió a ver puerta, y Bárcenas, que con el equipo sufriendo cerró el encuentro en el tiempo de descuento.
- ‘Los cuatro fantásticos’ del Real Oviedo. Berjón, Borja Sánchez, Sangalli y Ortuño. Los cuatro grandes protagonistas del resurgir de este equipo. Pero vayamos por partes. La doble ‘B‘, Berjón y Borja, es talento puro. Desequilibran, se buscan, se encuentran y dan ritmo al juego del equipo. Dicen que entre los buenos es más fácil entenderse, y cuando ambos combinan no hay ninguna duda que esto es cierto. Por sus botas pasa todo el fútbol del equipo, y sin ellos en el campo, el control del balón se hace mucho más complicado para el equipo. Junto a ambos, en esa línea de tres, está Sangalli. El extremo es puro pulmón por banda derecha. Desborda, encara, se atreve y nunca rehuye el contacto con la pelota. Vertical y un peligro constante para todos los rivales. Similar a Ortuño, que es el gol. Hoy otros dos, y ya van nueve. El delantero está de dulce, y ahora sí, el equipo se aprovecha de sus tantos.
- Los goles en contra, punto a mejorar. Del centro del campo en adelante, el Oviedo se ha hecho un equipo temible para sus rivales. Quizás el aspecto a mejorar esté en el aspecto defensivo. El equipo continúa concediendo demasiadas acciones de peligro a sus rivales. Es evidente que la mejoría es notable respecto a hace un mes aproximadamente. Tras el encuentro, Rozada reconoció que estaba contento con el encuentro de los suyos, aunque menos por los goles encajados. Pese a ello, tal y como reconoció el ovetense, el cuadro asturiano sigue creciendo conforme pasan los partidos.
- Rozada cambia el rumbo. Su llegada ha estimulado al equipo. Suma once de los últimos quince puntos en juego y ha logrado sacar al equipo del pozo. El técnico ovetense, conforme pasan los partidos, logra imponer su estilo en el equipo. Ha recuperado la mejor versión de futbolistas como Berjón y Carlos Hernández y ha dado el protagonismo necesario para que Borja Sánchez despliegue buena parte de su potencial sobre el césped. Los carbayones siguen en clara línea ascendente, y buena parte de la culpa llega desde el banquillo.