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Un soplo de aire fresco en Boston

Con la temporada 19-20 a punto de comenzar, se pierde en la memoria el abrupto final de la anterior campaña. El momento en que los Celtics terminaron de desmoronarse, en el 5º partido de semifinales de la Conferencia Este, viendo como Antetokoumpo y compañía pasaban por encima del cuadro de Massachusetts de manera salvaje. De este modo, mientras Milwaukee celebraba el pase de su franquicia a la final de conferencia, Boston cerraba un amargo capítulo de su historia reciente, un fallo de cálculo en la capacidad de liderazgo de su jugador franquicia que terminaba con los planes de Danny Ainge de devolver a Los Orgullosos Verdes a lo más alto de la NBA.

Después de la enorme decepción, el verano más loco que se recuerda en el mercado NBA fue cerrando las puertas a la confección de un nuevo Big Three de garantías. El odiado Irving tomaba rumbo a Brooklyn, de la mano de un lesionado Kevin Durant, el deseado Anthony Davis confirmaba su marcha a los Lakers para formar una temible pareja junto a Lebron James, mientras la traca final la ponía un inescrutable Kawhi Leonard, que decidía liderar a los Clippers junto a Paul George.

El deseado Davis puso rumbo a Los Ángeles. (Foto:nba.com)
Un maestro de orquesta

Entre tanto baile de grandes estrellas, los Celtics daban un paso adelante por Kemba Walker, cuya etapa en los Hornets tocaba irremediablemente a su fin. Una decisión comprensible por su posición en la cancha y la incapacidad de atraer a estrellas con más caché. Pero aparte de estas obviedades había un claro factor en juego; la personalidad de un jugador que siempre ha destacado por su capacidad para transmitir alegría, trabajo en equipo y un liderazgo que, a pesar de haber pasado desapercibido para el gran público, le ha granjeado un enorme respeto entre el resto de compañeros de la liga.

Kemba Walker es el nuevo líder de los Celtics. (Foto: www.nba.com)
Trabajo y oficio bajo el aro

Con un liderazgo claro, las incorporaciones que siguieron apuntaban a dotar de mayor profundidad a una plantilla que deberá suplir su falta de estrellas consagradas con un baloncesto coral y de esfuerzos repartidos. De este modo, la pintura se ha visto reforzada por un veterano de la liga como Enes Kanter y un nuevo valor en alza llegado de Europa, como es Vincent Poirier. Los recién llegados deberán pelear por los minutos de juego con un solvente Daniel Theis y el explosivo Robert Williams III.

Los puntos y el oficio de Kanter serán importantes para los jóvenes Celtics. (Foto: www.nba.com)
Confianza en el nucleo duro

En las posiciones de perímetro, Brad Stevens podrá seguir contando con el núcleo duro de la plantilla del pasado curso. Un año en el que Jayson Tatum debería dar un paso adelante en su prometedora carrera, compitiendo con un Gordon Hayward, que todos esperan que haya terminado de superar su aciaga lesión y comience a amortizar su gran contrato. Compartiendo galones estarán Marcus Smart y Jaylen Brown, que deberá responder a la altura de su reciente renovación (4 años y 115 millones de $).

Brown intentará devolver la confianza depositada por Boston. (Foto: www.nba.com)
Descaro y confianza

Uno de los atractivos de la nueva temporada de los Celtics está, sin duda, en los nuevos rookies de la plantilla. En el puesto de base, la competencia por aprovechar los descansos de Kemba Walker parece que puede ser más que intensa. La llegada de un anotador como Carsen Edwards y un endiablado director de juego como Tremont Waters llegan a amenazar, con su frescura, la participación de Brad Wanamaker. A los pequeños hay que sumar un tipo inteligente y formal como Grant Williams y un interesante perfil como Romeo Langford, cuya capacidad de juego como Point Forward le hace especialmente atractivo para ser observado de cerca por los más avezados analistas baloncestísticos.

Langford, Waters, Edwards y Williams tratarán de convencer a Brad Stevens de su valía, con trabajo y descaro. (Foto: www.nba.com)
It´s Tacko time?

Además de los jugadores anteriormente mencionados, la gran atracción de la plantilla durante el verano ha sido sin duda Tacko Fall. Y es que sus cerca de 230 centímetros de estatura (que no fueron drafteados) y una personalidad que ha encandilado a la desilusionada parroquia céltica, han convertido al pívot senegalés en el favorito de la grada. No obstante, la tendencia del baloncesto moderno y un contrato Two-Way, le mantendrán a caballo entre la liga de desarrollo y el primer equipo. Mientras tanto, a la sombra del gigante africano, un trotamundos de Petersburg consiguió hacerse con el último puesto en el competido roster de Boston, merced a su buen hacer en las ligas de verano y los minutos de pretemporada. Javonte Green ha logrado así un merecido premio al trabajo de un currante que tuvo que emigrar en 2015 hasta Galicia, jugando en LEB Plata en el Marín Ence Peixe Galego, para terminar por hacerse un hueco en la NBA, previo paso por Italia y Alemania.

https://youtu.be/6TpAwlhQjkE

En resumen, es de esperar que la nueva temporada verde sea un momento de transición, con el aliciente de ver crecer y madurar a los jóvenes y la ilusión de tener un auténtico líder sobre la cancha. Unos Celtics que deben recuperar las esencias del baloncesto de Brad Stevens, potenciado por el endiablado ritmo de Kemba Walker. Sopla aire fresco en el Garden y, sin presión por conseguir el anillo, la temporada promete diversión y quien sabe si un rendimiento sorprendente.

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