El ‘Ángel’ de Simeone
El partido transcurrió con un dominio abrumador del Betis, sin embargo Simeone contaba con un Ángel que con dos jugadas sentenció un encuentro muy complicado para los rojiblancos. Uno a dos y cierre de año para ambos equipos
El 2019 llegaba a su fin en el Benito Villamarín, no sin antes disputarse un partido de gran nivel como lo sería el Real Betis contra el Atlético de Madrid. Las 16:00 cuando Estrada Fernández haría temblar los cimientos del estadio con un agudo silbido. La jornada 18 era acogida en Heliópolis con gran entusiasmo y bajo unas condiciones climatológicas propicias para un domingo de buen fútbol. El ecuador de la temporada, el final del año, un partido vital para cerrar el año de la mejor manera posible.
El encuentro arrancó un ritmo vertiginoso, los aficionados hacían notar su presencia desde varios minutos antes del comienzo. La posesión parecía pertenecer en los dominios de los locales, sin embargo antes del minuto diez Morata ya conseguiría batir a Joel con un sensacional remate de cabeza, tras la buena asistencia de Joao Félix. Pero, ese gol jamás subiría al marcador debido a la posición adelantada del ‘9’ rojiblanco.
Más allá de esto, el inicio de este partido estaba siendo monopolizado por los verdiblancos, principalmente con las constantes incorporaciones de sus carrileros. Álex Moreno y Emerson parecían llegar a línea de fondo con la suficiente soltura como para generar ocasiones de peligro. Lodi y Trippier, más el primero, se veían superados. El flanco diestro de los de Rubi, gracias a las apariciones de Fekir, estaba siendo un castigo constante.
Sin llegar al minuto 20 los locales ya habían acariciado el tan ansiado premio del gol, gracias a un testarazo que se estrellaría en la cruceta de la portería. Un lugar inaccesible para el portero esloveno del Atlético de Madrid, quien hoy jugaba de capitán. El Benito Villamarín vibraba con cada oportunidad de su equipo al aproximarse a las inmediaciones del área visitante.
El esférico parecía danzar más risueño en los pies de aquellos que vestían de verde y blanco, la posición indefinida de Fekir estaba siendo un quebradero de cabezas para Simeone, nadie sabía donde estaba, pero el francés estaba en todas las ocasiones de peligro. Canales entró más en el partido y su equipo lo agradeció. Posiblemente los aficionados del Betis estaban ante una de las mejores primeras partes de su equipo, en cuanto a juego y sensación de dominio. Todos los ataques de su rival eran rápidamente frenados, las circulaciones de balón eran limpias y certeras, con una velocidad que variaba según lo exigía la zona del campo y el momento.
Los de Rubi estaban siendo amos y señores de un partido que seguía cero a cero, a pesar de la presencia perenne en el campo del Atlético de Madrid, el Betis, lejos de aquel cabezazo de Feddal al poste, no estaba incomodando el arco defendido por Oblak. Esta situación de control abrumador era insuficiente para poder perforar la portería rival. Los locales no finalizaban jugadas trenzadas desde la mitad del campo, faltaba mayor eficacia arriba.
Así, el tiempo pasaba y el Atlético seguía más vivo que nunca, tanto que Morata pudo haber dado la sorpresa y poner el cero a uno en Sevilla. Sin embargo, la figura de Joel emergió de manera heroica para evitar que los suyos que fueran al descanso por debajo en el electrónico. Una jugado en la que el ‘9’ arrancó desde el medio del campo, libre de marcas, directo al dulce premio del gol.
Morata ya imaginaba cómo celebrar el gol, los aficionados rojiblancos estaban inquietos viendo como su delantero conducía con una seguridad pasmosa. Pero, un hombre estaba destinado a reescribir ese guion con claros tintes rojos y blancos, Joel se hizo enorme ante la cabalgada del delantero. El portero adivinó la trayectoria del balón y se estiró para repeler ese balón. Un balón que -por suerte para los béticos- fue a topar con el palo. Aquella pelota no estaba destinada a acabar dentro de la red.
Un gol que nunca llegó, por parte de ninguno de los dos equipos, un Betis que dominó y sometió en la mayor parte del tiempo al Atlético. Un primer tiempo que se escapó sin goles, aunque con una emoción superlativa. La intensidad provocó que aquellos cuarenta y cinco goles parecieran cinco y sin previo aviso se escapaba la primera mitad por suerte para algunos, por desgracia para los otros.
El segundo tiempo daba comienzo tras una lluvia -solidaria- de peluches durante el descanso. El retorno del encuentro no supuso nada nuevo, el Betis seguía metido de lleno en el partido y parecía que no había abandonado el terreno de juego. El Atlético de Madrid defendía las ofensivas de su rival a base de orden y concentración.
El sol iba cayendo, el cielo comenzaba a teñirse, el frío empezaba a instaurarse en la capital andaluza, aunque en el Benito Villamarín el clima era otro totalmente diferente. El cronómetro marcaba el minuto 57 cuando Álex Moreno en un intento de despejar el balón pasó a convertirse en una asistencia de lujo para el recién incorporado Correa. El jugador bético trató de quitarse el esférico de encima cuando contactó con el cuerpo del delantero rojiblanco, el rechace tomó -mansamente- la dirección que todos los atléticos quería. Mientras esta botaba en la frontal del área, Correa corría hacia ella, su encuentro se produjo y el argentino con sangre fría se zafó de Joel para rematar a puerta vacía.
El empate fue derrocado del reino de Heliópolis, aunque no para el bando que los locales quisieran. Cero a uno y un nuevo partido daba comienzo.
El Betis mantuvo el mismo plan que el del inicio, la insistencia no parecía derribar el muro rojiblanco, cada posesión local era repelida por un entramado defensivo sólido y compacto. La incidencia de las bandas se redujo, quizás por el cansancio, y el juego por el centro aumentó, las posesiones se hacían cada vez más lejos del área de Oblak. El balón circulaba por la zona central entre el medio del campo y el arco del esloveno.
El Atlético de Madrid acumulaba a todos sus jugadores en campo propio, a diferencia de su rival que, menos Joel, todos pisaban el territorio del equipo de Simeone. La pelota duraba poco a los madrileños, cada posesión suponía una explosión de emociones entre los feligreses béticos que en el estadio se congregaban. La posibilidad de dar la vuelta al encuentro era un hecho fidedigno.
La suerte le daba la espalda a los de casa, la madera volvía a interponerse en los intereses del equipo de Rubi. Canales aprovechaba un rechace dentro del área para golpear con su pierna izquierda el balón con gran dureza. El disparo cruzado era imposible para Oblak, pero -nuevamente- el balón no quería entrar. El esférico besó el poste izquierdo de la portería, la romántica propuesta de Canales fue insuficiente, pues la diosa fortuna no aceptó su invitación.
Simeone consiguió encontrar el elemento fundamental para hacerse con unos tres puntos de gran valor. La entrada de Correa supuso un cambio en el guion establecido por el Betis. Los locales controlaban la posesión, aunque la enérgica capacidad ofensiva del argentino fue determinante para derrumbar la defensa bética. Un gol y una asistencia para el ’10’, Ángel asistió a Morata para que de tacón pudiese poner tierra de por medio a un partido muy duro.
Cero a dos y sin tiempo para revertir una situación complicada, el equipo local dio todo y más. Defender fue el tacón de Aquiles de un Betis derrotado en el último partido del año. A pesar de ese gol de Bartra sobre la bocina que fue intrascendente en la resolución del encuentro.