Tras el ascenso en el verano de 2018 al Unión Popular de Langreo le tocaba lo más difícil: estabilizarse en la que es su categoría por historia, la Segunda División ‘B’. Una tarea que el cuadro que dirigía por entonces Hernán Pérez logró iniciar y encarrilar en los meses finales de aquel año. El cuadro del Nuevo Ganzábal comenzaba el 2019 en una cómoda y espectacular quinta plaza del grupo II de Segunda ‘B’. Con 28 puntos y a falta de un partido para acabar la primera vuelta.
Unos números que se basaban sobre todo en una espectacular fortaleza como local en la primera vuelta y que mantuvo en los primeros encuentros de 2019. En casa lograron victorias sufridas pero muy trabajadas frente a Real Oviedo Vetusta, Real Sociedad ‘B’ y Arenas de Getxo. Eso le hizo, a pesar de que lejos de su estadio les costaba sacar puntos, mantenerse en una zona cómoda. Esa racha como locales la prolongaron venciendo, con remontada incluida, al intratable líder del grupo, el Racing de Santander en uno de los partidos más recordados de la temporada en Langreo con casi 3.000 espectadores.
La primera crisis del año
Ese partido hizo cambiar la mentalidad del grupo. Habiendo sumado ya 42 puntos, en el club empezaron a hablar de otros objetivos mayores que la permanencia. Con la boca pequeña se decía que el objetivo ahora debía ser la Copa del Rey e incluso intentar asaltar el play-off, ya que sus rivales directos por esa pelea debían todos pasar por su inexpugnable campo. Pero entonces, bien por confianza, relajación o simplemente por el hecho de que esto es fútbol e igual que gana se pierde, llegó la primera crisis.
Cuatro jornadas sin ganar sumando un solo punto hicieron descartar el sueño del play-off y entonces el discurso de la permanencia volvió a instaurarse. Había que ganar un partido más para certificarla, algo que se logró frente a Calahorra. Una vez quitada esa losa, el objetivo era la Copa del Rey. Sus principales rivales eran Leioa, Amorebieta y Calahorra. Cuatro equipos que peleaban por, en principio tres plazas. Ninguno llegó en el mejor momento al tramo final y con todos al límite de sus fuerzas, fueron de nuevo dos partidos en el Nuevo Ganzábal frente a Gimnástica y Leioa los que cerraron ese billete a la Copa. Finalizaba así una temporada de casi sobresaliente para el Unión Popular de Langreo.
Una profunda renovación estival
Pero la celebración duró poco pues tocaba preparar la próxima temporada. Y ya se sabe que la segunda temporada en una categoría es siempre más complicada que la primera. Sobre todo teniendo en cuenta el gran papel que se había realizado tras el ascenso. Hernán Pérez dejó el club tras cuatro temporadas y acabaría firmando por el Barakaldo. Llegaría Damían «Dani» Mori (Cangas de Onís, 19 de agosto de 1976). El cangués asumía en su primer reto como entrenador principal en su tierra, tras una dilatada carrera en Baleares, la de consolidar al Unión Popular de Langreo en Segunda ‘B’.
La plantilla también sufrió una profunda reestructuración. Solo cinco jugadores, más los canteranos Abel y Xurde, se quedaron del curso pasado y llegaron hasta dieciséis fichajes. Un equipo totalmente nuevo que contaba con una mezcla de juventud con veteranía en la categoría que necesitaba de trabajo para conjuntarse. Eso es algo que se notó en el inicio de la competición que fue de todo menos buenos.
La primera jornada fue una bofetada de realidad ante el Atlético Baleares, pero a esa le siguieron dos más hasta que lograron sus primeros puntos con dos empates frente a Castilla y Getafe ‘B’. El equipo ganaba en confianza en la sexta jornada y lograba su primer triunfo en Barreiro frente al Celta ‘B’. Pero fue un espejismo, porque el equipo volvería de nuevo a las malas sensaciones y los malos resultados. Una derrota en casa frente al Melilla abrió una racha de cinco encuentros sin ganar que llevaron al cuadro langreano a lo más hondo de la clasificación. Tras once jornadas, el Langreo sumaba solo siete puntos y era colista junto con el Sanse.
Vuelta a la fortaleza del Nuevo Ganzábal
Así llegamos a Noviembre, donde un triunfo frente a Las Palmas Atlético por la mínima y no sin mucho sufrimiento supuso como una liberación del equipo. Lo hizo porque ese triunfo fue el primero en casa y dio confianza al equipo e inició la mejor racha de la temporada con trece puntos sumados de quince Victorias frente a Rayo Majadahonda, Sanse y Coruxo, además de un empate en el siempre complicado Pasarón, sacaron al cuadro langreanos de la zona de descenso. Una racha que se cortó con una contundente derrota en Ferrol.
Llegaba entonces el partido de Copa. En el club tenían mucha ilusión depositada en la Copa, pero su rival demostró que también. En un vibrante partido frente al CD Ebro, los maños dejaron apeados al Langreo en un partido que pudo caer para cualquier lado. Pequeña decepción, pero el equipo se recuperó para, a pesar de cuajar un mal partido, salvar un punto en el Nuevo Ganzábal frente al Sporting ‘B’ y acabar el año 2019 fuera del descenso. Un hito éste que es el objetivo para 2020, porque el Unión, por historia, merece seguir siendo de bronce.