El 2019 del Melilla: entre el cielo y el infierno
El Melilla ha vivido en apenas unos meses la cara A y B de la categoría de bronce
En el 2019 el Melilla a vivido las dos caras del fútbol. Pasó de rozar un ascenso jugando el Playoff hace apenas unos meses, a acabar el año en puesto de Playout al no conseguir levantar cabeza en su andadura en el grupo I. Un año de contraste que los azulinos esperan dejar atrás apostando porque el 2020 traiga cosas mejores.
Objetivo Playoff alcanzado
Acababa 2018 el Melilla como co-líder del Grupo IV junto a UCAM Murca con 37 puntos. Además de vivir la eliminatoria de Copa ante el Real Madrid jugando en el Bernabéus. Un fin de año inmejorable que hacía soñar en lo que estaba por venir en 2019. 2019 comenzaba con la disputa de la jornada 19, última de la primera vuelta ante el Ibiza a doimilio. Un duelo en el que el conjunto azulino perdió.
El Melilla se mantuvo toda la segunda vuelta en la zona noble de la tabla llegando a ser líder en numerosas jornadas. Como líder llegaba al último mes de competición ganando 4-0 al Sanluqueño en el Álvares Claro. Un mes en que los triunfo hacía presagiar que ese liderato no se escaparía, sin embargo, las dos derrotas con las que los norteafricanos acabaron el curso hacía caer al equipo hasta la tercera posición con 72 puntos, a 6 del líder.
Un puesto el tercero que daba acceso al Playoff. Objetivo cumplico y tocaba pelear por un sueño en los terrenos de juego. El primer rival a batir fue el Villarreal B y así se hizo con dos victorias. Primer escalón superado y un paso más cerca del objetivo. El segundo rival en la eliminatoria fue el Atlético Baleares. En el Álvarez Claro se empató a 0 dejando la eliminatoria abierta para su visita a Mallorca. Un partido en el que el Melilla cayó por la mínima, 1-0, luchando hasta el final por lograr el pase a la final. No pudo ser y tocaba irse de vacaiones con sabor amargo a pesar de la gran temporada realizada.
Verano de cambios
La gran temporada del conjutno azulino no pasó desapercibida y así el míster Lui Miguel Carrión abandonó el barco para dar el salto de categoría llevándose con él al portero Dani Barrio. Además de esas salidas también dijeron adiós nombres como Aguza, Jilmar Torres, Mario Hernández, Menudo, Queijeiro, Otegui, Igor Martínez, Héber Pena, Yacine o Traoré, entre otros.
No todo iban a ser despedidas, el banquillo fue ocupado por Víctor Cea y al vestuario llegaron jugadores como Oleaga, Michele Diana, Garay, Víctor Mena, Héctor Gómez, Deco, Jon Ceberio, Hicham, Carlos Fernández o Mawi, entre otros.
Además el equipo cambiaba el grupo IV por el I donde iba a competir con gallegos, asturianos, madrileños, baleares y Las Palas Atlético. Una nueva aventura en la que partía como uno de los favoritos a estar arriba luchando por el Playoff, pero la historia sería bien distinta.
Un inicio de curso para el olvido
El curso arrancó con un triunfo en casa que parecía marcar el camino. Sin embargo pronto se torcieron las cosas y entre la jornada 2, aplazada y que se jugaría semanas después, y as 6 el equipo no supo lo que era ganar. Volvió a ganar en la 7 pero de nuevo no se le pudo dar continuidad. Una derrota y un empate volvían a parar los pies a un equipo que volvió a ganar por la míma ante el colista.
En su visita al Pontevedra, el abultado resultado y la imagen ofrecida en Pasarón le costaron el puesto a Víctor Cea. Volvía a ponerse al frente del equipo un viejo conocido, Manolo Herrero, con el objetivo de dar la vuelta a la situación y hacer subir a un equipo llamado a estar arriba y que, sin embargo, no salía de la parte baja de la tabla.
Pero nada más lejos de la realidad. Desde la llegada del nuevo míster se han disputado 6 partido más 1 de Copa y el equipo solo ha conseguido vencer en 1.Unos resultados que le han llevado a acabar el año en puesto de Playout con 20 puntos en el casillero a 10 de la zona noble en la que estaba llamado a estar.
¿Y ahora qué?
La reacción del conjunto azulino no puede esperar más porque, si bien es cierto que el grupo está apretado y las diferencias son mínimas, no se puede seguir sin encadenar victorias si se quiere por un lado salir del pozo, y por otro tener aún esperanza en alcanzar el objetivo marcado a principio de curso que ahora parece una utopía. Todo esto en medio de un clima de crispación en el que la afición deja claro desde la grada su disconformidad. Así encara el Melilla un 2020 de salvación o condena.