El año 2019 en el filial de la Real Sociedad; en el Sanse es el año en el que se ha adoptado por cerrar un ciclo. Un ciclo que quizá debió haberse acabado un año antes, en 2018, pero en el que aquel, la clasificación para el play-off, unido a la poca confianza que mostró Asier Garitano, entrenador de la Real por entonces, en la cantera hizo estirar unos meses. Algo que quedó comprobado no fue bueno para casi nadie en el filial txuriurdin.
Con el final de la campaña 2018/2019 se decidió acometer una renovación. Muchos jugadores ascendieron de forma definitiva al primero equipo. Otros fueron cedidos a otros clubes a que siguiesen progresando lejos de Zubieta. Pero su sitio se decidió que ya no estaba en el filial. Se decidió rejuvenecer el equipo con promociones desde el ‘C’ o desde el juvenil.
Jugadores como Blasco, Agirre, Pacheco, Lobete y unidos a fichajes como Robert Navarro se unieron a otros como Aranbarri, Djouahrá, Ezkurdia o Roberto López que ya estaban, pero cuyo rol e importancia aumentarían mucho en el equipo. Al frente del ‘nuevo’ Sanse también se apostó por Xabi Alonso. El ex-jugador realista asumía la dirección de un equipo joven, con hambre y en el que hay muchos jugadores que la Real confía en que den tardes de gloria en Donostia.
Un inicio de año que apuntaba a repetir play-off
El año empezó con el Sanse logrando seis victorias en los primeros ocho encuentros del año. El regreso de Aitor Zulaika al banquillo para cubrir el segundo -y ahora definitivo- ascenso de Imanol Alguacil al primer equipo no podía comenzar mejor. A finales de febrero el equipo estaba a tiro del play-off y con una dinámica de juego y resultados excelente que paliaba el mal final de 2018 en cuanto a los puntos conseguidos. Pero eso no duraría mucho, porque lo que nadie se esperaba es que no ganaría partido alguno más en las doce jornadas que restaban.
Marzo traería consigo una mala racha de resultados. No comenzó mal con el empate en Lezama, pero lo que siguió a continuación fue la pesadilla antes descrita. Once encuentros seguidos en los que no hubo un solo triunfo. Solo tres pírricos empates en Zubieta frente a Tudelano, Gernika y Arenas de Getxo y nueve derrotas. Una catastrófico baremo de resultados que hizo que hasta la penúltima jornada los potrillos no asegurasen matemáticamente la continuidad en la categoría.
No obstante, aunque el final fue muy lejos del esperado y deseado, el objetivo se cumplió. Varios jugadores (Aihen Muñoz, Guevara, Le Normand, Zubiaurre, Barrenetxea…) ascendieron al primer equipo, volviendo a dotar al cuadro txuriurdin de mucha presencia de Zubieta en el primer equipo.
En esas últimas jornadas arrancó el próximo proyecto
Tras lograr acabar de la forma más digna la temporada pasada. Llega Xabi Alonso. El de Tolosa no tenía más experiencia que en las categorías inferiores del Real Madrid, pero fue el que dirigiría de mano el nuevo proyecto. Uno más joven que ya comenzó en las últimas jornadas de la temporada recién salvada con apuesta por jugadores más imberbes. Veteranos del filial que no ascendieron al primer equipo como Lapeña abandonaron el club tras muchos años.
Promocionaron muchos jugadores desde el juvenil y desde el ‘C’, además de volver otros que estaban cedidos. El equipo no se marcaba ningún objetivo a corto plazo, solo mantener el estilo, la filosofía y ayudar a estos jóvenes jugadores guiados por otros «veteranos» como Roberto López, Veiga o Zubimendi a que la adaptación a la categoría de bronce fuese rápida y comenzasen su última etapa formativa. La temporada arrancó con un empate muy sufrido frente al Burgos, pero que abrió una racha de seis partidos sin perder que anclaron a los potrillos en la parte alta.
Un otoño con dos caras
A partir de ahí al Sanse le pasaría casi como a cualquier otro filial; sería presa de una tremenda irregularidad. En casa, en Zubieta, el equipo se mostraba casi intratable. Grandes victorias frente a Calahorra u Osasuna Promesas entre otros. Pero combinados con otros tropiezos, severos, a domicilio como el sufrido en Valladolid frente al filial pucelano o en Haro frente a un recién ascendido como era el cuadro jarrero. Aun así el equipo parecía iba a acabar el año en puestos de play-off y dada la juventud del grupo, llamado a realizar una segunda vuelta mejor que la primera. Pero en el último partido del año cayeron en un extraño derbi de filiales frente al Bilbao Athletic en el Reale Arena que lo sacó de esos puestos de privilegio.
Esa tarea, lograr ser más regulares en juego y por ende en resultados, es el debe de un equipo, el de Xabi Alonso que solo puede crecer. Entrenador incluido. Y también le queda al tolosarra otra tarea. Empezar a hacer sitio a otras grandes promesas de la cantera txuriurdin como Turrientes o Garrido, que tienen que desempeñarse en el C por falta de sitio.