Una posible tormenta acaba de estallar sobre la Unión Deportiva Almería. Ya ha dado tiempo a saber de las excentricidades de su nuevo dueño, Turki Bin Abdulmohsen Bin Abdul Latif Al-Sheikh, o abreviando, Turki Al-Sheikh. Desde sortear coches en los descansos a, directamente, convertir el club en un régimen tan totalitario como es el país del proviene. Algo que hizo evitando la capacidad de los pequeños accionistas que aún quedan de asistir a las Juntas de Accionistas.
Ahora ha estallado una nueva bomba que puede derivar en consecuencias más problemáticas para el club. Según informa AS, varios jugadores del Almería con los que el club no cuenta han denunciado que reciben presiones para que acepten ofertas en equipos de Oriente Medio. Jugadores como Sekou, Romera, René, Gaspar o Chema, habrían puesto esto en conocimiento de AFE. Algo que el sindicato de jugadores estaría estudiando y en caso de ser cierto tomar las medidas que se consideren oportunas.
¿Por qué el club hace esto? Hace unos días LaLiga frenó los intentos de la propiedad de destinar todo el dinero inyectado directamente al club para aumentar el tope salarial de forma muy elevada. Una medida que contraviene el control financiero de la patronal. Las aportaciones de capital están permitidas a través de ampliaciones. Pero no todo el dinero aportado, se puede destinar a aumentar el tope salarial, objetivo final de Turki Al-Sheikh. Algo que figura de forma muy clara, directa y específica en el reglamento de control financiero.
Lo que se busca con estos traspasos a Oriente Medio, claramente inflados sobre el valor del mercado, es lograr ese mecanismo para aumentar el tope salarial. Pero esto tampoco está permitido por LaLiga. La propia patronal tiene valorados a los propios jugadores, tanto para ventas infladas, como para evitar, lo contrario. Además, tras hacerse públicas estas presiones, es de esperar que LaLiga, que trabaja codo con codo con AFE, vigile mucho más de cerca las transacciones de futbolistas del club indálico.
Esto se une a las informaciones surgidas días atrás sobre presiones a las peñas para que hiciesen «lo que fuese necesario» para, además de animar a su equipo, desestabilizar a árbitro y rival. Esto fue desmentido casi de inmediato por las partes implicadas, club y Federación de Peñas, pero siempre quedará la duda de hasta qué punto fue o no cierto. Más ahora que se conocen que el propio dueño del club, también lo hace con sus propios futbolistas.