Asturias tendrá que sufrir hasta el final. O al menos eso parece. Ni Oviedo ni Sporting dan sensaciones positivas de cara a alejarse de los puestos de descenso. El cuadro carbayón empató frente al Huesca en un encuentro donde los oscenses dominaron el balón, pero apenas llevaron peligro a la meta de Lunin. Un tanto a balón parado fue igualado por Ibra en el último suspiro, pasado el minuto 96. En el otro lado se encuentra el cuadro rojiblanco, que volvió a caer. Los de Djukic pecaron de sus errores en ambas áreas. Tal y como avisó Mariño, el peligro del descenso está ahí. Los dos necesitan un cambio radical cuanto antes.
El teorema de la manta corta
- Diecisiete remates, cero goles: Hace no muchas semanas al Sporting se le achacaba de que apenas generaba ocasiones ante la portería rival. Además de que las pocas que generaba no las transformaba. Un problema de pegada que sigue patente y que se ha vuelto más crónico. Se vio en Zaragoza y en El Molinón frente al Elche. Muchas ocasiones generadas para no hacer gol o hacer uno (y gracias). Y el problema se agudizó en Soria. Se generaron un total de 17 remates. Cierto que solo 3 fueron entre palos, pero el equipo demuestra que tiene argumentos, pero que le falta pegada. Siempre se dice que es peor no generarlas que fallarlas, aunque a ésto empieza a necesitar solución.
- Un castillo de naipes en las áreas: Desde la llegada de Djukic el equipo propone, por fases aunque cada vez mayores en tiempo, una propuesta atractiva de ver. El problema no es ese. Atrás los rivales no generar mucho y hacen diana con poco. Arriba se genera mucho y hace falta poco menos que un milagro para lograr un gol. Este equipo se derrumba por donde los equipos «de verdad» se hacen fuerte; en las áreas. Ahí el Sporting está teniendo un grave problema que frustra no solo aficionados, sino también a jugador y sino no hay que ver a Aitor García tras el encuentro en Los Pajaritos.
- Se necesitan refuerzos: Quedan apenas 11 días para que el mercado de invierno cierre sus puertas. La necesidad de refuerzos en la parcela atacante se hace palpable. En defensa los problemas llegan especialmente a balón parado, algo responsabilidad de todos y no solo de una línea defensiva no hay que ver los números se está mostrando solvente. Pero el ataque es otra historia. Hay jugadores que son titulares a pesar del paupérrimo nivel que ofrecen partido tras partido. Urge acelerar las gestiones en este ámbito si no se quieren pasar más apuros de los actuales.
- El peligro del descenso: Porque con la clasificación en la mano es cierto que hay riesgo de descenso. No hace falta que un Mariño, que se queja del trato de una afición hastiada del pobre rendimiento de la plantilla, venga a decirlo. El equipo le cuesta mucho sumar puntos. Eso no hay argumento que lo discuta. Casi tanto como a sus perseguidores. En esta jornada cierto es que de los ocho equipos que marchan por debajo del cuadro rojiblanco, tres lograron vencer y otros tres sumar. Pero quedan muchas jornadas y no todas serán así. La línea que sigue el equipo es para dar unos cuantos toques de atención, pero para no desatar las alarmas.
Un punto que sirve de poco
- Un tanto y dos lecturas. El gol de Ibra fue muy festejado por los presentes en el Carlos Tartiere. También por el propio equipo, a sabiendas de lo que significaba anotar en la última acción del partido ante un rival candidato al ascenso. El empate de Ibra es, por un lado, muy importante para el Oviedo. Pero, por otro, no logra tapar los problemas que padece este equipo. El cuadro de Javi Rozada pasará la semana en puestos de descenso tras el triunfo del Tenerife ante el Girona, próximo rival de los azules. Del Tartiere ya se han ido muchos puntos, en concreto 22, y quedan aún 27 por disputarse en el municipal ovetense. La lectura parece clara.
- El Huesca dominó, el Oviedo no sufrió. Es evidente que el Huesca fue muy superior al Oviedo en los primeros cuarenta y cinco minutos. Al menos con el balón. El cuadro oscense dominó con claridad la posesión, pero fue incapaz de hacer daño a los azules, que se mostraron muy sólidos en la parte de atrás, cerrando todos los espacios y sabiendo cómo contrarrestar las ofensivas visitantes. El punto negativo volvió a estar con el balón. Los azules recurrían a los balones largos cuando recuperaban el esférico. No eran capaces de enlazar dos-tres pases seguidos para hacer daño al cuadro de Míchel a la contra.
- Lo de casi siempre. En la segunda mitad, el Oviedo salió mucho mejor que en el primer acto. Los azules tuvieron más tranquilidad con el balón y se asomaron en varias ocasiones al área oscense. En la parte de atrás, misma dinámica que en la primera parte. El Huesca apenas creaba ocasiones sobre la meta de Lunin. Y con los azules compitiendo bien, de tú a tú, llegó el gol visitante. Uno de los mayores problemas de la temporada. Con el equipo jugando bien, el rival te mata. Esta vez a balón parado. Todo volvía a ponerse cuesta arriba hasta que Ibra, como hemos dicho, hacía el empate. Y un dato. Los carbayones suman ocho partidos sin dejar la portería a cero.
- Saúl Berjón. El capitán volvió a pisar el césped del Tartiere tres meses después. El capitán del Real Oviedo tuvo media hora para comenzar a coger sensaciones de cara al tramo decisivo de la temporada. Es evidente que el ‘10‘ no está al 100%, pero su entrada al terreno de juego sirvió para que dos jugadores del Huesca ya estuviesen pendientes de él. Apareció un jugador al que le gusta tenerla, que no le quema el balón. Y ello permitió dar un paso al frente. Berjón está llamado a ser una de las claves del Oviedo hasta el final de la temporada.