Mucho se está hablando últimamente, tras la «rajada» de Arconada tras la final de la Supercopa de España, acerca de la cantidad y calidad de las jugadoras extranjeras (comunitarias y extracomunitarias) que tenemos en nuestra Primera Iberdrola.
Partiendo de la base del enriquecimiento de nuestra competición gracias a la llegada de jugadoras de otros países, la existencia de estas jugadoras no debería utilizarse como sinónimo de «perjuicio» para las españolas. Más bien tendríamos que tomarlo como una situación perfectamente acomodable, una simbiosis, sobre todo dadas las circunstancias.
Y digo esto porque el mercado español es bastante complejo, sobre todo por su legislación vigente. El artículo 126 del reglamento de la RFEF indica claramente que una jugadora que haya jugado al menos cinco partidos con su actual club, no puede salir de éste, ni siquiera aunque haya habido rescisión de contrato y buen rollo por ambas partes. Si se marcha, ese año no podrá jugar en otro club de esa misma categoría. Por tanto, o se queda o se va a una liga foránea o inferior (como ha sucedido en este mercado de invierno con salidas como Yiyi, del Espanyol, que ahora está en el Fundación Albacete).
¿Qué significa ésto? Pues que en el mercado de invierno, o fichas a una jugadora que apenas ha jugado (o que acaba de salir de una lesión, circunstancia no siempre apetecible para el club que necesita fichar) o te lanzas al mercado extranjero. Por eso en Diciembre/Enero los fichajes de los equipos de la Primera Iberdrola son tan internacionales.
Aparte de esta circunstancia, que evidentemente sólo se da en el mercado de invierno, está el tema económico. Aunque parezca mentira, es más barato traer a jugadoras de fuera que fichar nacionales. ¿Por qué? Para las jugadoras americanas, por ejemplo (y hablo de todo el continente), venir a jugar a España es una posibilidad de dar el salto a Europa, perfeccionar el idioma y vivir una experiencia. Eso hace que sus pretensiones económicas sean más bajas, sobre todo en los casos en los que el cambio de moneda es significativo. Además, nuestra liga cada vez es más potente y atractiva y las jugadoras de muchos países desean jugar en ella.
Y no nos olvidemos que, a pesar de haber más dinero para los equipos gracias a patrocinios de televisión y la apuesta por el fútbol femenino de la RFEF, la ausencia de un convenio firmado y la lucha de egos entre la susodicha RFEF y la AFE por los derechos televisivos, entre otras muchas diferencias, impide que se optimicen las oportunidades de mejora del fútbol femenino en nuestro país, paralizando el buen ritmo que hasta ahora tenía.
Creo que Arconada se lamentaba amargamente de esas jugadoras europeas top que sólo pueden fichar equipos económicamente muy potentes, como ha estado haciendo el FC Barcelona Femení en los últimos años, trayendo a Martens, a Hansen o a Oshoala. Y sí, es cierto, pero también fichó a Jenny Hermoso y a Mapi León. Decir que la presencia de extranjeras en nuestra liga es injusto para las nacionales es un argumento bastante peligroso. El CD Tacón también ha traído muchas jugadoras extranjeras de gran nivel a nuestra liga, en detrimento del equipo que consiguió el ascenso jugando media temporada sin cobrar y no he visto a nadie rasgándose las vestiduras delante de un micrófono por este motivo.
Quizás por lo que tendría que quejarse Arconada es por el presupuesto de su equipo, para que sea mayor, y así poder traerse jugadoras internacionales top y mantener las joyas nacionales que ahora mismo atesora en su plantilla. O también por la normativa que impide reforzarse con jugadoras nacionales en la ventana de invierno. O incluso por la actitud de las jugadoras, que no saltaron al césped del Helmántico con la tensión y concentración que merecía el encuentro… El marcador de la final, ese 1-10, en este caso creo que es lo de menos, y si no que se lo digan al Rayo, que este año le puso las cosas muy difíciles al campeón de la Supercopa sin gastar una millonada.