La defensa, un mal augurio para el Almería
Los números en goles encajados del Almería en los últimos meses no predicen nada bueno en cuanto a las opciones indálicas de pelear el ascenso
Que el problema del Almería es defensivo lo sabe todo el mundo. El primero, su entrenador José María Gutiérrez. El madrileño es consciente de que con los números defensivos que firma su equipo bajo sus órdenes (1,19 de media por partido) no se va a ningún lado. Al menos esas son las sensaciones que transmite el equipo, que la fragilidad defensiva está haciendo que una enorme oportunidad de volver a la máxima categoría se escurra entre las manos.
O al menos eso parece. La progresión de seguir en esos números defensivos se va a los 50 encajados tras las 42 jornadas. Un dato que la historia nos dice que no es nada halagüeño, ya que confirma las malas sensaciones de que a este ritmo se hablará de una oportunidad perdida. Si el equipo recuperase la media que tenía con Pedro Emanuel (0,9 goles por partido) se iría a los 43 goles. Una cifra mucho más racional para un candidato al ascenso
Desde que se inauguró el actual sistema de ascenso, con dos directos y cuatro equipo en una lucha a muerte por ascender en un play-off, solo existen dos precedentes de equipos con igual o peor balance de goles encajados. Uno es bien conocido, porque fue el propio cuadro indálico en la 2012/2013 con Javi Gracia que encajó 50 goles. El otro fue el Real Valladolid de la temporada 2017/2018 que encajó 55. Pero aquel cuadro pucelano tuvo a Jaime Mata que compensaba todo con sus 35 goles anotados a final de campaña. Este Almería tiene en Darwin Núñez a su máximo goleador con 10 tantos tras 30 jornadas.
Lo cierto es que en el mercado de invierno ya se sabía de la necesidad de mejorar esa faceta. José María Gutiérrez pidió refuerzos y solo llegó David Costas. En el club se prefirió contratar más jugadores en parcelas más ofensivas del campo que centrar más esfuerzos en la zaga. Un hecho que, aunque no hubiera asegurado nada, puede ahora ser tenido en cuenta como una mayor temeridad. Las doce jornadas que restan dictarán sentencia.