Muchas veces se tiende a decir que el cambio de entrenador no arregla los problemas o carencias de un equipo. Un debate muy manido y en el que es imposible imponer una teoría sobre otra ciertamente. En el Albacete hay una realidad ahora mismo muy palpable y es que la llegada de Lucas Alcaraz le ha venido bien al equipo manchego.
Ya no es solo que el equipo haya mejorado sus sensaciones, su autoestima y que esté, provisionalmente, fuera del descenso. El granadino lleva cinco encuentros en el banquillo albaceteño y no ha perdido. Cierto que de esos 15 puntos solo ha sido capaz de sumar 7, pero el equipo es indiscutible que parece otro. Unido a la toma de galones de Manu Fuster, un jugador intermitente con Ramis, pero indiscutible para Alcaraz, el cuadro manchego rinde mucho mejor.
Eso es algo que no solo dicen los puntos y la tabla, lo dicen otros indicadores. Aunque solo se lleven cinco partidos ya se puede hacer una mínima comparativa. Con Ramis el Albacete tenía un problema anotador muy grande. Lograba una media de 0,72 goles por partido. Ahora con Lucas Alcaraz esa es de 1,20 goles. De hecho mientras que con Ramis en las 26 jornadas que estuvo, diez no logró tanto alguno, con Alcaraz el equipo ha visto puerta en todos ellos.
Lo que le falta mejorar ahora al entrenador granadino es el balance defensivo. Solo el hecho de que no ha logrado dejar su portería a cero en ningún encuentro, le ha impedido sumar más puntos. Sus equipos tienden a caracterizarse por ser fuertes defensivamente y eso es ahora la tarea que tiene pendiente. Por ahora la más urgente, la del área contraria, parece haberle logrado solución.