A principios del 2020, cuando el coronavirus empezaba a asolar Wuhan en China y en Europa nadie se tomaba en serio lo que hoy es ya una pandemia mundial, el Sporting era presa de una irregularidad que hacia pensar a casi toda su afición que esta temporada estaba perdida. Enero no cambió mucho, pues si bien el equipo ganaba en casa, fuera hacía aguas. La mejoría en el juego con Djukic existía, pero a niveles irrelevantes.
Hasta que llegó Murilo da Souza. Fichaje de última hora en el equipo rojiblanco y que dejó perplejos a todos por dos razones. La primera, porque nadie lo conocía y lo segundo porque nadie lo esperaba. Su llegada coincidió con una nueva derrota rojiblanca a domicilio en Tenerife. Tardó apenas siete días en debutar. Lo hizo frente al Mirandés en un encuentro donde apenas disputó 20 minutos, pero fue un periodo de tiempo que permitió ver que el fichaje olía a acierto de Miguel Torrecilla.
Eso quedó disipado una semana después en Santander. El brasileño se estrenó como goleador, pero además despachando un encuentro muy notable. Y los siguientes, con excepción del disputado en El Toralín donde estuvo tan gris como el resto del equipo, mantuvo ese altísmo nivel. Hasta el parón el brasileño lleva disputados 344 minutos en 5 partidos y con una cifras sensaciones. Y es que Murilo se ha destapado como uno de los principales argumentos ofensivos con dos goles y tres asistencias.
Además goles y asistencias claves en las tres victorias logradas en esos cinco encuentros. En la victoria de Santander abrió el marcador con el 0-1; en el 1-0 frente al Cádiz, asistió en el gol de Álvaro Vázquez; y en la goleada frente a la UD Las Palmas, asistió en el primer y cuarto gol, además de marcar el tercero. Queda esperar a que la competición vuelva -si lo hace- para ver si sigue dando el mismo nivel. Pero desde luego las opciones de las que pueda disponer el cuadro sportinguista de pelear por el ascenso pasan porque el brasileño siga a un nivel similar al de su debut en Gijón.