Seguramente sea exagerado decir que Gaizka Toquero (Vitoria-Gasteiz, 9 de agosto de 1984) marcó un pequeño hito en el fútbol profesional español. Pero de lo que no hay duda es que si se ha convertido en un referente del sacrificio de un futbolista. De ese jugador que no es tan ducho técnicamente como otros grandes jugadores, pero que demuestra que tesón, trabajo y sacrificio también se puede triunfar en la profesión de futbolista.
Es por ello que en Bilbao sigue siendo una persona y un jugador muy querido. Dejó huella y aquel gol en Mestalla en aquella final de Copa, contra el FC Barcelona que acabó remontando e imponiéndose con suficiencia, aunque deja un regusto agradable. Fueron un total de 207 partidos (24 goles) en siete temporadas en San Mamés antes de hacer las maletas. Primero a su Vitoria natal y después al Zaragoza, donde acabó colgando las botas en 2019 por lesiones que anticiparon su retirada.
Fue en la capital maña donde coincidió con un Borja Iglesias que daba sus primeros pasos como profesional. Ese año fue el de la explosión del ‘Panda’. Un inicio de ascenso a lo que es hoy en día en el que Toquero mucho que ver. Así lo dice el propio Borja Iglesias en una charla con el periodista Alberto Edjogo: «Toquero me ha enseñado muchísimo. [..] Me ha enseñado muchísimo a cómo parar el juego, a cómo darle importancia al trabajo defensivo. Como hacer una buena presión, a cómo hacer una falta en campo contrario. Cosas que yo ni valoraba».
La importancia de rematar bien de cabeza
Sin embargo el delantero gallego no se quedaba ahí: «Todo lo que he mejorado en el remate de cabeza ha sido por Gaizka. Cosas tan básicas que ni te das cuenta no tenías. Ha estado conmigo rematando de cabeza diciéndome ‘dale hacia abajo, dale hacia el mismo lado que te viene, no gires el cuello, piensa en ganar la posición y luego vete a por el balón». Toquero, lehendakari athleticzale siempre en los corazones, pero también maestro para grandes delanteros.