Soñar, anhelar persistentemente algo. Tener esperanza en algo e imaginarlo es bonito y algunos dirán que es lo que mueve el mundo, pero ningún sueño se cumple sin trabajo duro. Un trabajo duro, diario y desde la humildad es el que ha realizado el Coruxo en esta temporada en la que las alas cortadas han marcado su camino. La temporada ha acabado abruptamente dejando al conjunto vigués como el gallego mejor clasificado en un año en el que los coruxistas soñaron a lo grande porque pudieron hacerlo.
Un inicio de curso de lucha
El curso comenzó con dos derrotas ante Pontevedra e Internacional de Madrid-Boadilla. Un mal comienzo fruto quizá de una pretemporada en la que faltaron rivales de entidad y de los ajustes propios de un proyecto nuevo que debía comenzar a andar. Tres partidos puntuando gracias a dos triunfos y un empate supusieron el despertar de un equipo que más allá de las derrotas cosechadas había desplegado un gran juego en cada partido. La falta de gol fue un hándicap importante que los de Michel Alonso fueron enmendando a lo largo del curso. El primer tramo de curso estuvo marcado por la acumulación de partidos, sumado al incidente de la cancelación en Melilla que tuvo al equipo retenido más de lo previsto y a las lesiones que fueron condicionando las opciones de un Coruxo que acababa el año en el puesto 9 con 24 puntos.
El esfuerzo de Copa RFEF
Como decíamos, la carga de partidos para los gallegos vino dada por su participación en la Copa RFEF que este año tenía premio para sus semiinalistas. El primer escalón en ese camino a la Copa fue en octubre el Internacional de Madrid en O Vao. Un partido con pocas ocasiones en el que se impusieron los gallegos por la mínima. El siguiente paso sería la visita al Vero Boquete de San Lázaro para medirse a la SD Compostela. Un partido intenso en el que se llegó al final de los 90 minutos con empate a 1 por lo que hubo que disputar una prórroga en la que los verdes conseguirían el segundo tanto pasando de ronda. De nuevo a domicilio tocaría el siguiente escalón. Una visita a El Helmántico donde los de Michel Alonso vivieron un partido de desgaste, muy intenso de principio a fin, que acabó con empate tras el tiempo reglamentario y la prórroga. Esta vez decicieron unos penaltis en los que Pablo Brea se puso el traje de héroe y clasificó al equipo para semifinales dándoles, además, la llave de Copa del Rey. Caramelito conseguido y tocaba visitar al Tudelano ante el que se cayó 1-0 poniendo fin ahí al periplo coruxista por Copa RFEF.
El caramelo envenenado de Copa
El gran esfuerzo realizado en Copa RFEF con kilómetros, muchos minutos acumulados y que se rentiese la liga valía la pena por el premio logrado. El Coruxo era equipo de Copa y esperaría la visita de un equipo de fútbol profesional. La ilusión estaba desatada y el sorteo deparó como rival al Mirandés. No era uno de los grandes pero era un rival recién ascendido que abría aún más la posiblidad de soñar. Y llegó el día. El 17 de diciembre de 2019 la Copa del Rey llegaba a O Vao y sin duda, lo que allí se vivió fue la definición perfecta de caramelo envenenado.
PARTIDAZO con todas las letras el vivido en la tarde de aquel martes en el feudo coruxista en un partido intenso de ida y vuelta con un Coruxo a su mejor nivel a pesar de los minutos y kilómetros acumulados y de haber jugado el domingo. Los gallegos consiguieron llegar al descuento con el 4-3. El pase de ronda y hacer historia estaba en el bolsillo, pero entonces apareció él, el colegiado López Toca. Un nombre que será difícil olvidar para la parroquia coruxista.
El colegiado se inventó un penalti en el último minuto. Le faltó el VAR al Coruxo en ese momento para que se hiciese justicia. La indignación ante lo que estaba pasando llevó a las protestas tras materializar Álvaro Rey el penalti, empatar y forzar la prórroga. El árbitro decidió que las protestas eren merecedoras de una doble expulsión, Barril y Yebra, dejando al conjunto gallego con 9 para la disputa del tiempo extra. Aún con todo eso, la lucha y sacrificio del equipo local, algo que sin duda, y tal y como demuestra este relato, es característico de este equipo, no paró y con 9 fue superior el equipo gallego a los rojillos pero en el último suspiro de la prórroga cuando ya se pensaba en los penaltis llegó el gol visitante que acababa con el sueño de la forma más cruel.
Tocando el Playoff con los dedos
La vida seguía y cual ave fénix resurgió el conjunto gallego de sus ‘cenizas coperas’. El grupo se entendía, el grupo funcionaba, el grupo jugaba de memoria y era como ver una orquesta bien dirigida por el maestro de ceremonias, Michel Alonso. Los resultados positivos iban llegando y hasta 7 jornadas sin perder metieron al equipo en Playoff permitiendo, porqué no, soñar. Para muchos no era el lugar de un equipo como el Coruxo estar ahí, no ‘pintaba’ nada en la lucha por el ascenso, pero el fútbol hablaba. Así era hasta que llegó marzo y con él un nuevo sueño cortado.
Un año de trabajo duro, de unión del equipo, de fútbol del bueno que termina sin premio. Y el premio no era el Playoff, ese no era el objetivo, era el sueño, la motivación extra. El premio era poder acabar un curso de trabajo duro y ocupar un puesto merecido y ganado a pulso entre los mejores. Algunos dirán, oficialmente el equipo acaba quinto, ya es estar entre los grandes y un gran premio y reconocimiento a la temporada. Pero no saben que en O Vao gusta ganarse las cosas sobre el terreno de juego, trabajando desde la humildad y el esfuerzo .
Como en todo, esta pandemia nos deja con la duda de hasta donde habría llegado el Coruxo o cómo habría terminado la temporada, pero las alas cortadas vuelven a crecer y nuevos sueño aparecerán en el horizonte.