Homofobia, racismo y xenofobia en el deporte: reflexión
Homofobia, racismo y xenofobia en el deporte
En España, la Ley del Deporte de 1990 ya demostraba conocer que el deporte tiene sus defectos y sus riesgos, además de virtudes y aspectos tremendamente positivos. Por eso observaba la prevención y la intervención frente a actitudes incívicas o delictivas relacionadas con el deporte. Uno de estos ámbitos es la lucha contra la discriminación, la homofobia, el racismo y la xenofobia. En esa norma existían ya artículos para luchar contra esta lacra en el ámbito deportivo.
Pero, desde entonces, tanto la Unión Europea como el Consejo de Europa se han involucrado en el desarrollo del deporte y la seguridad de los eventos deportivos. Ambos han elaborado e implementado – o hecho implementar – normas y planes de actuación en la lucha contra la discriminación, la homofobia, el racismo y la xenofobia en el deporte. Y, con esto, llegó la modificación de la Ley del Deporte de 1990 y la aparición de la Ley 19/2007 contra la violencia, el racismo, la xenofobia y la intolerancia en el deporte. En su desarrollo se creaban varios instrumentos y organismos destinados a velar por el cumplimiento de esta norma en el deporte. Algunos sucesos recientes han inspirado una reflexión al respecto.
La lucha contra la homofobia y el racismo y la xenofobia en el fútbol (y en el deporte)
Se han ido implementando acciones y políticas públicas para hacer frente a la homofobia, el racismo y la xenofobia en el deporte. Ejemplos son el Día contra la homofobia en el deporte, o la celebración de varios eventos destinados a la visibilidad de colectivos minoritarios en el deporte, o la aparición de organizaciones o instituciones dedicadas a detectar y perseguir el racismo en el deporte – observatorios, consejos, comités, distintos órganos y organismos, u ONG se dedican a velar por la tutela de los derechos a no ser discriminado o maltratado por pertenecer a una minoría.
Además, se han elaborado y modificado normas, tanto a nivel estatal como a nivel comunitario, para hacer frente a cualquier tipo de discriminación en el deporte. Incluso se está tramitando una modificación de la Ley 19/2007 para atender a nuevas realidades en el ámbito deportivo. Y para mejorar la actuación ante fenómenos tristemente conocidos – aunque no extendidos – en el deporte y los espectáculos deportivos: homofobia, machismo o sexismo, racismo y xenofobia.
Nadie puede decir que no se trabaje en ello, o que no sea una prioridad política, independientemente de los colores del Gobierno de turno. Pero de vez en cuando siguen saltando casos de cánticos o insultos homófobos o sexistas. O sobre agresiones o canticos e insultos racistas. El mundo del deporte se revoluciona, se indigna y se posiciona. Y, entonces, se sobredimensiona y se politiza, por parte de actores sociales tales como periodistas, activistas, políticos… y deportistas.
Hay otro factor a tener en cuenta en este análisis: ¿es posible reducir el incivismo y la delincuencia a cero?
Legislación, incivismo y delitos: ¿hacia cero?
Toda legislación y sistema jurídico-penal pretende gestionar aquellas conductas consideradas como más perjudiciales para la sociedad: atentados contra la vida, la integridad física o moral, y la propiedad. Pero en todas las sociedades se suceden homicidios, agresiones de todo tipo, violaciones del derecho al honor, o robos y hurtos. El ser humano impone normas para proteger aquello más preciado y valorado, precisamente porque sabe que esta clase de acciones se producen. Y que es imposible que en ninguna comunidad o sociedad se erradiquen por completo estas conductas: incivismo, desviación social, delincuencia y criminalidad forman parte de la naturaleza humana y de los grupos de humanos que conviven.
Vivimos en sociedades avanzadas, con sus virtudes y defectos, y existen sistemas de control y de gestión de conflictos que pongan en riesgo la convivencia. Suelen dividirse en los tres poderes fundamentales de los Estados democráticos: el poder ejecutivo, el poder legislativo y el poder judicial. Existe legislación para aplicar en aquellos casos en los que en el deporte se detectan actitudes que pecan de homofobia, racismo y xenofobia o de sexismo. Y estas normas son aplicadas por el poder judicial, o incluso por cuerpos gubernativos del deporte o la administración, cuando es necesario. Pero no se pueden eliminar estas conductas y acciones, que por desagradables y abyectas que nos resulten, forman parte de la vida en comunidad porque son propias de – una minoría de – individuos en las sociedades.
Es imposible, incluso improductivo en algunas ocasiones, erradicar los comportamientos ilícitos, ilegales o criminales. Porque si tomamos los presupuestos de la economía del derecho, se trataría de una conducta tan marginal, que destinar más recursos humanos, materiales y económicos a luchar contra homofobia, discriminación, racismo y xenofobia en el deporte, porque se perdería eficiencia y eficacia. ¿Qué hacer entonces? ¿Cómo intervenir?
La politización del deporte: el futbol como deporte de masas
Pues existirían tres opciones para incidir en la discriminación, el racismo y la xenofobia, la homofobia y la violencia en el deporte:
- La formación y la educación de los individuos que viven en la comunidad afectada;
- La intervención y represión policial y judicial, y de la seguridad de los eventos deportivos; y,
- La implicación de los agentes deportivos, además de las instituciones nacionales e internacionales en la prevención e intervención sobre estas conductas y actos.
Pero también existe otro enfoque: la politización del deporte, y de los sucesos que se producen en su práctica o en los eventos deportivos. Y, paradójicamente, esta última opción es a la que más se recurre, y la menos eficaz. Pues clamar a los cielos y rasgarse las vestiduras cuando aparecen la homofobia, la xenofobia y el racismo, o la discriminación en el ámbito deportivo no soluciona los problemas, y suele ser lo único que se hace cuando se politizan estos sucesos.
Se involucran los partidos y los políticos. Hacen aspavientos, y entran en contacto con las personas afectadas. Debaten y discuten, hacen propuestas no siempre realistas. Y terminan por quedarse las cosas como estaban, sin dar otra solución que la existente en la legislación, salvo que se deban aplicar o trasponer normativas de carácter internacional. Y se polarizan las posiciones, y se politiza a los deportistas. Así se vulnera también el mandato de apoliticidad que tienen los deportistas, cuando se les impulsa a tomar posición. Las iniciativas para atajar problemáticas sociales, en ámbitos como el deporte, deben ser realistas, rigurosas y serias. No atender a fines políticos, ni perseguir réditos a costa de quienes son perjudicados por el racismo, el sexismo, la homofobia y la xenofobia en el deporte.
Conclusiones: homofobia y racismo en el punto de mira
Las conclusiones son básicamente tres:
- La homofobia, la discriminación, el sexismo, el racismo y la xenofobia existen en el deporte. Como también existen normas, mecanismos y herramientas para disminuir su aparición e incidencia – a pesar de que las estadísticas indican que el racismo o el sexismo o la incitación a la violencia son conductas minoritarias en las manifestaciones deportivas. Y se aplican cuando las autoridades tienen conocimiento de su la existencia de estas conductas y de esa clase de sucesos.
- No se trata de conductas que permeen a toda la sociedad, o que aparezcan con extrema frecuencia. Pero tienen amplia repercusión y difusión social cuando se producen. Además, en nuestra sociedad son conductas moralmente reprobables y reprochadas por una gran mayoría.
- La politización de los conflictos sociales, independientemente del ámbito social al que afecten, suele polarizar posiciones y contribuir poco a cambios positivos – por necesarios que estos puedan ser. El deporte tiene normas que promueven la apoliticidad de sus participantes, y se debe compatibilizar la libertad de pensamiento y de expresión con las reglas del mundo del deporte que predican apoliticidad. Incluso tratándose de atajar problemáticas sociales de más amplio espectro como son el racismo y la xenofobia, el sexismo o la homofobia, o la discriminación de cualquier clase, porque son comportamientos que tienen repercusiones negativas a nivel individual, comunitario… y político.
Por Helena García (@hgamo18)