Empate a nada en El Tartiere
Empate a 0 en un partido tedioso, con poco ritmo y fútbol y en el que ambos parecieron firmar el empate desde el principio
Calma en los primeros compases del encuentro. Tenía la posesión el Oviedo, pero sin acercamientos a la meta rival. Le costaba al conjunto carbayón pasar del centro del campo, no tenía esa chispa que mostró en los primeros minutos. Larga jugada ofensiva del Real Oviedo que inició Ortuño con un magistral control en el centro del campo, abriendo el delantero el juego a la izquierda para Mossa, que hizo un cambio a la banda derecha donde se encontraba sólo Obeng, cuyo centro al área se fue demasiado largo.
A punto estuvieron los locales en un saque de esquina. Lo puso Bárcenas al segundo palo lo cabeceó con fuerza Grippo, que llegaba en carrera, pero el balón se fue por encima de la portería de Pol Freixenet. Los asturianos comenzaban a ganar metros y se mostraban más atrevidos en ataque, con una acción de Bárcenas que desvió a la lateral David Prieto.
Con todo, le faltaba chispa al Oviedo, un jugador que cojiese el balón y arriesgase con algún regate o algo de verticalidad. Todo eran pases hacia atrás y movimientos laterales. Los once jugadores de José Ramón Sandoval estaban metidos en su propio campo, esperando. En el 25′ llegaría el primer aviso del cuadro madrileño con un rechace que le cayó a Dani Fernández en la zona del punto del penalti, pero su disparo se marchó muy desviado.
Continuaba mandando el Oviedo, pero sin pólvora. Sandoval estaba proponiendo el mismo partido que en Vallecas: ritmo lento, presión alta y mucha dureza en los balones divididos. En el 36′, salvó de puños Pol Freixenet el potente cabezazo de Lolo a bocajarro tras una combinación en la banda entre Jimmy y Mossa, que acabó con el centro desde la izquierda del lateral. Tras el rechace del guardameta lo intentó Bárcenas, pero su disparo golpeó en el cuerpo de Dani Fernández, reclamando los jugadores del Real Oviedo una posible mano del defensor madrileño. El árbitro dijo que involuntaria.
Era muy previsible el fútbol del Oviedo. Bajo esta tutela el partido estaba condenado a morir en la desidia, o a romperse en alguna acción muy puntual. Con el 0-0 se llegaba al descanso. Poco fútbol y sin juego vistoso por parte de ambos equipos. El Oviedo tuvo mayor dominio del balón pero no le sacó rendimiento.
En el segundo tiempo, más de lo mismo. No pasaba nada en el Carlos Tartiere y parecía que ambos estuviesen deseosos de firmar el 0-0. Muchas interrupciones y pérdidas de tiempo en un partido donde mandaba la apatía. En el 62′ la tuvo Luismi. Tiro raso con rosca muy a lo Kroos que se marchó lamiendo el poste izquierdo de la portería del Fuenla.
Dio un paso hacia delante el Oviedo y un paso atrás el Fuenlabrada. No se movía el marcador, pero en sensaciones ganaba el conjunto carbayón. En el 68′, a pesar de tener a Grippo encima, Sekou logró cabecear en el segundo palo un centro peligroso desde la izquierda, que a punto estuvo de irse al fondo de la red.
Con el paso de los minutos el partido estaba cada vez más frío y parecía firmado el empate. El partido llegaba a sus minutos finales haciendo una oda a lo que ha sido: interrupciones, interrupciones y más interrupciones. Y así se llegó al final de un partido que acabó como empezó.