Era un hecho que el parón obligado por la pandemia iba a afectar de manera distintas a los 22 conjuntos de la segunda división. En los tres meses de parada, los jugadores y técnicos han tenido tiempo de olvidar lo hecho hasta entonces y plantearse las últimas 11 jornadas como un sprint final donde se iba a decidir todo.
Uno de los equipos que mejor ha empezado este sprint final ha sido la UD Las Palmas. Los canarios aún no conocen la derrota en las cuatro jornadas que han disputado y tampoco han recibido ningún gol en esos cuatro partidos. Parecía que el conjunto canario estaba destinado a sufrir por no descender, pues no habían conseguido la victoria en 2020 y el 4-0 en El Molinón en el último partido antes de la pandemia dejó la sensación de que la UD era un equipo muy frágil.
En la reanudación, un empate ante el Girona y una inesperada victoria ante el Almería relanzaron al equipo, que ha seguido con la buena dinámica consiguiendo otra victoria ante el Lugo y un empate ante el Albacete, lo que ha hecho que la UD se coloque con 46 puntos en mitad de tabla y con la salvación virtual casi en el bolsillo. Pero además, los buenos resultados han acercado al conjunto canario a los puestos de play-off, un objetivo que hace tan sólo unas semanas parecía toda una utopía.
A los buenos resultados que están cosechando los amarillos hay que añadirle la buena imagen que está dejando sobre el terreno de juego. Todavía no han recibido ningún gol tras el parón, y sobre el campo se ve un equipo implicado en trabajar por el bien del resto. Parte de la culpa de la implicación de toda la plantilla la tiene Pepe Mel, que aseguraba en rueda de prensa tras el partido en Albacete que «Lo hablamos con los jugadores, todos serían protagonistas, ellos están viendo que no se les engaña. Y eso fortalece al grupo. Que todos tienen sus minutos y van a ser partícipes de lo que el equipo consiga es un aspecto capital”.
Un cambio basado en sacrificar calidad por solidez
La UD ha experimentado una metamorfosis en el juego, Pepe Mel ha prescindido por momento de jugadores con talento como Pedri, para darle más minutos a jugadores que trabajan mucho más en defensa. También la llegada de Cristian López ha descargado de responsabilidades a Rubén Castro, que ya sólo se tiene que preocupar en meter goles. Pero por encima de ello, el mayor cambio de Las Palmas es el estilo de juego, en el que ahora predomina el rigor defensivo y el juego directo.
Quizás no sea la escuela ni el juego que se le presupone a un equipo canario, quizás sea el juego totalmente opuesto al que planteaba Quique Setién en el banquillo amarillo hace no tantos años, pero lo que está claro es que Pepe Mel ha dado con la tecla para poder, al menos, competir en una segunda división tan igualada, que una racha de buenos resultados cambia drásticamente el devenir de cualquier equipo.
Todavía queda mucho, y estas once jornadas, de las que ya sólo quedan 7 por disputarse, se pueden hacer muy largas. Pero para la UD, con la salvación casi en el bolsillo, la esperanza en estos partidos será la de conseguir un hueco en los play-off que hasta hace bien poco parecía algo totalmente imposible.