La atípica temporada que hemos vivido quedará en el recuerdo de los albacetistas por aquel penalti en el minuto 90 que lo cambió todo. Si hubiese que definir la temporada del Albacete Balompié con una sola palabra, esa sería irregular. Porque ha sido capaz de lo peor y de lo mejor. Protagonizando partidos cuyo cambiante guion no lo firmaría ni el mismísimo Alfred Hitchcock, los manchegos se han salvado in extremis. Desglosemos un poco más la montaña rusa que ha vivido el equipo.
Si algo supo hacer el equipo de Luis Miguel Ramis al principio de la campaña, eso fue optimizar sus victorias. Llegando a ser el equipo de Europa que más arriba se encontraba en la tabla en relación al número de goles marcados, los blancos descansaban en la zona de playoffs con victorias tan importantes como las conseguidas ante el Girona, Deportivo de la Coruña y Huesca, todas ellas por un gol. Pero también derrotas sonrojantes como el 3-0 ante el Almería o el 0-4 ante el Tenerife.
El Albacete seguía consiguiendo, por la mínima, victorias inesperadas a domicilio ante el Alcorcón, Fuenlabrada y Zaragoza. El Cádiz también caía en el Belmonte por 1-0 con un gol de Zozulya en el minuto 93. No obstante, el juego ofrecido denotaba que esa suerte no duraba para siempre. Si bien el equipo conseguía dejar la portería a cero en partidos clave, la poca efectividad arriba y la falta de conexión entre el centro del campo y la delantera –aspecto que se echa de menos desde la marcha de Eugeni y Febas- acabaría condenando a los manchegos jornadas después. Precisamente, el partido ante el Zaragoza supuso un punto de inflexión en la temporada, ya que dio comienzo al bajón que hizo pasar a los de Ramis de los playoffs de ascenso a la zona roja.
Desde aquel 16 de noviembre en La Romareda, el Albacete no volvería a ver la victoria hasta el 17 de junio –parón por COVID-19 mediante, evidentemente- ante el Extremadura. 7 empates y 7 derrotas desde el Zaragoza. Una racha demoledora que acarreó la destitución de Luis Miguel Ramis, dando entrada al club a Lucas Alcaraz, que tomó las riendas del equipo el 3 de febrero. Por si fuera poco, el club se vio envuelto en la polémica producida en Vallecas en torno a Zozulya, provocando que el partido se posponiese desde el 29 de febrero hasta el 10 de junio.
La fragilidad defensiva –que supuso su punto fuerte en la pasada temporada y en el principio de esta- se derrumbaba, mientras que las bazas ofensivas no conseguían encontrar su sitio en el campo. El Albacete Balompié llegaba al parón muy tocado, y las cosas tendrían que cambiar para que El Queso Mecánico se salvase.
Las derrotas ante Rayo Vallecano –partido aplazado- y Almería no hizo más que empeorar la situación, aunque la victoria ante el Extremadura reavivó al equipo. Tras desperdiciar un 2-0 a favor ante un rival tan duro como el Huesca en un partido que acabó en empate, el Albacete empezó a encontrarse. Holgadamente conseguía salir del descenso en los siguientes partidos, y llegaba en una peligrosa situación a las dos últimas jornadas. Previa derrota ante el Elche, los de Alcaraz debían enfrentar al Real Zaragoza –en pugna por los playoffs- y a un Cádiz ya ascendido a LaLiga Santander. Tras una fantástica victoria por 4-1 ante los maños, que venían de capa caída tras conseguir solo 4 puntos en 9 partidos tras el parón, los albaceteños aprovecharon ese chute de moral para derrotar también al Cádiz en un partido no apto para cardiacos: Penalti en el minuto 90 que Maikel Mesa efectuaba a pesar de que el meta adivinase la trayectoria del tiro.
Ha sido una temporada ya de por sí, extraña, que se ha acrecentado para los seguidores del conjunto blanco por las luces y sombras que ha arrojado el equipo. Esta salvación en el último minuto servirá para reflexionar de cara a la próxima temporada en relación a objetivos, plantilla, salidas del club y fichajes.
Lo mejor: La portería. Si el Albacete puede presumir de algo, es de dos porteros de categoría, aunque se presume que solo uno de ellos continuará la próxima temporada. Tanto Tomeu Nadal –portero habitual- como Brazao –que ha tenido minutos en este tramo final de temporada- han demostrado ser un seguro bajo palos. Grandes actuaciones de ambos porteros, que han salvado al equipo en numerosas ocasiones.
Lo peor: El ataque. Siendo el segundo equipo menos goleador de la división con 36 goles en 42 jornadas –un gol más que el Málaga-, la poca efectividad arriba ha lastrado al Albacete esta temporada 2019/2020: Pocos recursos, dificultad para sacar el balón jugado y crear jugadas más allá del típico ‘balonazo’… Por otra parte, es de justicia decir que también se ha visto la mejoría en ataque con respecto al inicio de temporada. En el momento en que efectivos como Dani Ojeda, Álvaro Jiménez y, sobre todo, Manu Fuster y Chema Núñez –llegado en invierno- se han empezado a encontrar mejor sobre el verde, el Albacete lo ha notado. Y mucho.
Escrito por @ADelValle98