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De Santo a Leyenda

Fuente: Instagram de Iker Casillas

Me gustaría decir que lo recuerdo cómo si fuese ayer, pero ya hace casi de 23 años de eso. Era un 27 de noviembre de 1997, acababa de llegar del instituto y en la información deportiva saltaba la noticia, un chaval de 16 años era sacado del instituto para ir convocado con el Real Madrid.

Casi no me lo podía creer, un año más pequeño que yo y no solo tenía la suerte de perder clases el día ese, sino que además, iba convocado por todo un Real Madrid para un partido de Champions,  el rival, el Rosemborg.
Fuente: marca.com
Lógicamente en ese partido no debustate, hubo que esperar un poco más, se acababa de ganar la séptima y Toshack tomaba el mando del equipo. En la portería contaba con Illgner, un portero curtido en mil batallas con cuyas manos rozaba más su retirada que los balones. Como viene siendo costumbre en nuestro equipo, en vez de contar con el chaval que venía destacando desde hacía años en la cantera, se decidió traer a una joven promesa argentina llamando Bizarri para que te tapase tu hueco, aunque parece que solo tapaba eso, tu hueco.
Y llegó tu debut, un 12 de septiembre de 1999, en un mítico estadio, La Catedral del fútbol, San Mamés, no fue tu mejor partido pero apuntabas maneras, de hecho, Tosack llegó a decir que sus porteros le estaban costando puntos, y razón no le faltaba. Un Madrid con urgencias en la portería, se apresuró a cerrar la llegada de otro gran portero, César, pero para entonces, tú ya te habías hecho imprescindible debajo de los palos, o eso creíamos.
Fuente: Instragram @ikerCasillas
Hubo que esperar otros dos años, ya con la octaba en las vitrinas, para que te coronases definitivamente, empezaste como titular, pero Del Bosque decidió darle la oportunidad a César en el tramo final de la temporada, y fue saliendo como suplente cuando te hiciste grande. Si Zidane hizo un gol para la historia, tú te encargaste de hacer lo propio, con el gol que marcan los porteros, hiciste una parada que ha quedado para los anales de la historia y en la retina de los aficionados, justo en ese momento, César, que había salido lesionado, miró al cielo y pensó, hemos ganado la novena, pero yo aquí no volveré a jugar de titular, y así fue.

Te hiciste grande, tanto que durante cinco años fuiste declarado el mejor portero del mundo y ganaste un sinfín de títulos, te hiciste capitán y llevabas los valores del Real Madrid por bandera. Pero llegó un día en el que te miraste el brazalete de capitán, ese mismo que habían llevado antes jugadores de la talla como Hierro y Raúl, entre otros, y luego miraste el escudo, y, tras frotarte los ojos, te diste cuenta que ambos estaban desapareciendo y te acordaste del himno, justo en esa parte que dice: «Enemigo en la contienda, cuando pierde da la mano, sin envidias ni rencores, como bueno y fiel hermano.»
Te diste cuenta que los llamados clásicos se habían convertido casi en una guerra, la cual costaba de innumerables batallas, y decidiste actuar, esta vez no en el campo, sino desde casa, llamando como hubiéramos hecho cualquiera que tenemos un problema con un amigo, llamarlo para solucionarlo. Hablaste con tu amigo Xavi y seguramente le dijeras algo parecido a esto:
No puedemos seguir así, es un partido de fútbol, hay que rebajar la tensión antes de que pase algo, somos colegas de profesión y todos sabemos lo que esto, un simple partido de fútbol y parece que nos jugamos la vida, esto así no puede ser, ni por el bien del fútbol ni de la selección. 

Seguramente hubo muchos reproches, pero todo quedó solucionado, y cuando colgaste te volviste a mirar el brazalate y el escudo, esta vez estaban relucientes, habías obrado según los valores que te habían inculcado en la casa blanca desde pequeño, se había firmado la paz y habías puesto al Madrid donde debía estar.

Casillas cuando llevaba 4 años y medio en el Madrid. Fuente: Instagram de Casillas

Tras limpiar el brazalete y el escudo, te pusiste la toalla al cuello, con la sensación del que ha hecho un buen trabajo, pero muchos utilizaron esa misma toalla para ensuciar tu nombre, pero tú nunca dijiste una palabra más alta que otra, hablabas en el campo, nos diste títulos, tanto a nivel de clubs como de selecciones. Pero eso no le bastó a la gente y te criticaban, te silbaban en tu propia casa, y seguramente, en algún momento, te sentiste solo, pero te puedo asegurar que en ningún momento lo estuviste.

Bueno, sí que estuviste solo, el día que anunciabas que te ibas de tu casa, de tu hogar, del club para el que habías nacido, estabas solo, en la sala de prensa diste la noticia, aunque luego el club intentó solucionarlo, pero ya era tarde, los valores y la imagen del club, por la cual tú tanto habías luchado, quedaron por un momento en el olvido. Te marchaste, cerraste la puerta de atrás con sigilo, sin hacer ruido, como hicieron en su día otras leyendas, sin tener tu más que merecido reconocimiento.

En Oporto te acogieron y allí, como sucedió con Raúl en el Schalke, te recibieron como lo que eres, un ídolo, un ejemplo, una leyenda del fútbol. Allí tambien ganaste títulos y tan solo una desgracia, un gran susto, te apartó de tu camino y te enseñó el de la retirada, ojalá que ese camino te devuelva al sitio del que nunca te debiste marchar, al Real Madrid.

Fuente: Instagram de Iker Casillas

Por suerte, en tu actual club te han despedido como te mereces, haciendo piña, reconociendo tu trayectoria y ganando títulos, pero una vez más, te has despedido como a ti te gusta, en silencio y a través de un comunicado que has publicado en tus redes sociales, espero ansioso aquél que diga que vuelves al club al que tanto amas, cada vez queda menos.

Por @KarkLyon4

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