Según terminaba el segundo encuentro de la Final de la Conferencia Este, con una nueva remontada de Miami, la tormenta se cernía sobre el vestuario verde. Tras otro buen comienzo de los Celtics, las penalidades ante la zona de los de Spoelstra hacían que Boston se volviera a estrellar con estrépito ante los Heat. La eliminatoria se ponía 2-0 y tronaba ruido, mucho ruido, en los pasillos de las instalaciones de Disney.
Partamos desde el inicio del encuentro, cuando los Celtics peleaban un igualado inicio ante los Heat e incluso, ya en el 2º cuarto, los de Brad Stevens parecían dispuestos a poner tierra de por medio e igualar la eliminatoria. Sin embargo, tras el descanso llegaba la debacle, con un terrible 37-17 en el tercer periodo. El amago de orgullo final de los de Massachussetts casi da con la necesaria victoria verde, pero sólo consiguió acrecentar la sensación de impotencia y frustración ante unos Heat mentalmente más fuertes.
Bronca en el vestuario
Tras el encuentro, numerosos periodistas estadounidenses se hacían eco de las voces y ruidos de todo tipo que se oían más allá de las puertas del vestuario verde. El protagonista principal, Marcus Smart. Enfado, acusaciones mutuas y reclamación de un mayor espíritu de equipo centraban la bravata de Smart, sobrada de emotividad y desprovista de formalismos. Una bronca de campeonato.
¿Se viene abajo la química de los Celtics? El tiempo dirá si es así, pero las broncas en los vestuarios más competitivos son más habituales de que podría parecer. Forman parte de la historia de la franquicia incidentes como el amago de pelea entre James Posey y Kevin Garnet tras una dura derrota en 1ª ronda ante los Hawks en 2008 (a las puestas del último anillo céltico), o cuando Bird llamó mariquitas (recordemos que eran los 80´) a sus compañeros tras una vergonzante derrota (104-137) en las finales del 1984 ante los Lakers. En ambos casos la reacción no se hizo esperar, de manera rotunda en la anécdota más añeja, como recordará bien el bueno de Kurt Rambis, pero siempre hubo una reacción más que positiva, con anillo inlcuído en ambos casos.
Datos para el pesismismo y para la esperanza
Las estadísticas de los 2 primeros encuentros dan fe de unos Celtics con serios problemas para circular el balón y encontrar buenos tiros. Su bajo porcentaje de acierto de cara al aro y sus numerososas pérdidas (¡20 en el 2º encuentro!), hablan a las claras de la dificultad céltica para superar la férrea defensa de los de Florida. Una defensa en zona que cada vez se atraganta más a Boston. Además del apartado defensivo, los Heat tampoco han necesitado de un gran Jimmy Butler para conseguir estos 2 triunfos y, a buen seguro, aparecerá en su mejor versión de un momento a otro, sumando una nueva amenza para los de Brad Stevens.
En el lado positivo para Boston, da la sensación de que no sería necesaria una gran mejoría para remontar la eliminatoria. Si Kemba recupera sensaciones y la defensa se emplea a fondo con más regularidad puede que los problemas cambien de bando. Por otro lado, la deseada reaparición de Gordon Hayward sería un gran espaldarazo para el juego ofensivo de los de Massachussetts. Y es que el alero de Indiana, aporta siempre una excelente comprensión del juego y capacidad de anotación, sumada a sus habituales grandes actuaciones ante los Heat, que son una de sus víctimas predilectas. Este último factor psicológico podría ser de gran importancia en una final de conferencia tan tensa e igualada como la que se está librando.
En todo caso, este martes tendremos respuesta a todas estás cuestiones. ¿Se convertirá la bronca en una catarsis? ¿Hayward reaparecerá montado en su caballo blanco al rescate de sus compañeros? Problemas para los Heat que cualquiera quisiera afrontar con un 2-0 a favor. No obstante, cuando el balón se vuelva a poner en movimiento en Orlando, el baloncesto será de nuevo el protagonista. Así que disfrutemos de una final que aún puede deparar unos cuantos capítulos interesantes.