A ritmo de Ansu
Ansu Fati protagoniza una primera parte espectacular con dos goles y un penalti provocado. El rodillo azulgrana tuvo suficiente con una primera parte de ensueño, ante un Villarreal desconocido y muy pobre en cualquier faceta del juego.
Tan difícil como apropiarse de los focos de un partido de futbol, de eclipsar fichajes millonarios y de cerrar debates sobre quien debe jugar en el Barcelona y quien no. O tan sencillo. En este caso tan particular, Ansu Fati, dueño y señor de halagos y focos, recordó tiempos pasados en los que los extremos, en el Barcelona, creaban peligro y se ensañaban con la defensa contraria. Un peligro constante individual añadido a una versión coral del Barcelona sorprendente que hizo olvidar, por 90 minutos, la complicada situación extradeportiva instaurada en Can Barça.
Apenas 15 minutos duró el planteamiento de Emery, quien aún no registra un resultado positivo en el Camp Nou. En su particular infierno, la idea que se le pasase por la cabeza en la previa no tuvo tiempo ni de exhibirse, a pesar de que el Villarreal empezó con valentía e ideas claras a la hora de apretar. En todo caso, Ansu Fati rompió análisis hechos y por haber, y de la mano de Messi firmaron una actuación tan memorable por su parte, como catastrófica por parte del Villarreal más irreconocible.
A pesar de que sea Koeman quien comande la nave, tripulantes como Jordi Alba siguen teniendo importancia en el juego. Una dejada atrás del catalán en su primera subida por la banda propició el primero del africano, quien por la misma banda batió en un mano a mano a Asenjo para su doblete y consiguió un penalti que Messi sumaría al marcador. Un auténtico suplicio para Mario Gaspar y cía, cuyo dolor aumentaría con el auto gol de Pau Torres, colofón a la tragedia grogueta.
Los segundos 45 minutos sobraron, pues poco o nada pudo verse de valor. El Barcelona redujo marchas y aminoró la velocidad con la consecuente pérdida de emoción en el partido, que solo recuperó algún matiz en la dejadez general a raíz de la incorporación de Kubo. El nipón se adueñó de la vertiente ofensiva en un Villarreal diferente al de la primera parte con la entrada de Iborra, que sustentó mejor (¿cómo no hacerlo, tras el desastre previo?) el centro del campo.
La revolución prometida por el Barcelona tras el 2-8 suponía una transición futbolística y de plantel. De momento, 7 de 11 jugadores de aquel desastre histórico repiten en el once, pero Koeman parece haber abierto la ventana para renovar ciertos aires podridos.