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Nadie hacía callar a Larry Bird

La fama de Larry Bird como jugador y lider, dentro y fuera de la cancha, es de sobra conocida. Sus grandes actuaciones, los tres anillos con los que coronó su carrera y, de paso, la última gran saga de los Celtics en la NBA, no necesitan ninguna presentación. Lo que no es tan ampliamente conocido del alero de French Lick es su capacidad para retar y provocar a sus rivales, jugar con sus mentes y salir siempre triunfante, hasta convertirse en uno de los mejores trash talkers de la historia, si no el mejor.

En el ya lejano 1979 llegaba hasta Boston un largirucho alero de Indiana, cuya estatura delataba como algo más que un simple chico de un pueblo de Indiana. Del joven rookie se esperaba que liderara una nueva generación ganadora en el Garden, su carrera universitaria (casi) no pudo ser mejor, pero su imagen y su origen le pondrían inicialmente bajo sospecha. Era un muchacho callado y tranquilo, apenas hablaba fuera de la cancha, pero en ella se hizo respetar como ningún jugador en la historia.

¿Va a defenderme alguién?

No da de sí un sólo artículo para resumir todas las anéctdotas conocidas (y las que no se conozcan) de Larry Bird vacilando a sus rivales y retando a jóvenes y veteranos, para terminar encestando una y otra vez en sus narices. De la misma manera, tampoco los entrenadores estaban libres de sus afilados comentarios.

Larry Bird en uno de sus muchas acciones decisivas. (Foto: www.nba.com)

En un encuentro ante los Pistons, Larry se vio defendido por un novato pero feroz defensor como Dennis Rodman. Nada más comenzar, se dirigió a Chuck Daly reclamándole que le defendiera alguien, que estaba demasiado cómodo y que, de esa manera, iba a anotar 60 puntos. Durante todo el encuentro estuvo pidiendo el balón a sus compañeros, exclamando que estaba solo. Un incauto Rodman comentó años después que, a pesar de sus esfuerzos para estar costantemente pegado a su contrincante, éste se deshacía de él sin problemas y terminaba anotando con facilidad en sus mismas narices, una y otra vez.

Feliz Navidad Chuck

Una de las más famosas anécdotas es el regalo de Navidad que Bird le prometió a Chuck Person. El bueno de Chuck, apodado El Rifle, dijo el día anterior al choque: «El Rifle va a cazar pájaros». Larry, haciendo gala de un retorcido espíritu navideño le dijo Person, antes de iniciar el encuentro, que tenía un regalo para él. Y, friamente, esperó a que su rival estuviera en el banquillo para lanzar un triple y espetarle (sin esperar a que entrara la canasta, obviamente) «Merry fucking Christmas!».

Dentro y fuera de la cancha

Su habilidad como tirador es legendaria, como demuestran sus tres victorias consecutivas en las primeras ediciones del concurso de triples. Tras su reinado, Craig Hodges inicio su dominio en el torneo, y los periodistas le preguntaron si había sido más sencillo ganar sin Bird en frente. Hodges, quizás herido en su orgullo, declaró que Larry sabía donde encontrarle. Cuando la prensa fue con el cuento al de French Lick, éste no se mordió la lengua y dejo claro que sabía donde hallarle: «… en el fondo del banquillo de los Bulls«.

Bird y Magic se retaron y pelaraon como nadie en la liga. (Foto: www.nba.com)

Tampoco sus compañeros se libraban de su afilado pico, cuando su esfuerzo no se ajustaba a sus elevados estándares. Así fue después del tercer encuentro de las finales del 84′, cuando los Lakers se ponían 2-1 por delante, después de una contundente paliza (137-104). En el vestuario, ante los ávidos micrófonos de los periodistas, Larry soltó el famoso: «Hemos jugado como una panda de niñas». La reacción no se hizo esperar, empatando la serie en un partido que rozó la violencia (que se lo digan a Kust Rambis) y que marcaría el devenir de una serie que iba a terminar con el anillo en poder de los de Boston.

Un tipo con mano izquierda

En su plenitud deportiva, durante una gira fuera de casa, los Celtics llegaban a Portland. Y allí, según dicen los cronistas, Bird se propuso jugar sólo con su mano izquierda durante, al menos, 3 cuartos. Y dicho y hecho, el bueno de Larry anotó 22 puntos con su mano siniestra, para rematar su actuación forzando la prórroga y decantando el encuentro al final, esta vez ya con su mano derecha. Aún así, el Left Handed Game pasó a la historia como una de las mayores bravuconadas de la historia de la liga y, como siempre que el de Indiana lanzaba un reto, no era de boquilla, sino una realidad inevitable para sus impotentes rivales.

Bird durante un encuentro ante los Blazers. (Foto: www.nba.com)

Y así podríamos seguir buceando en las mil y una historias sobre las veces que Larry no solo dijo, si no que demostró, que era el mejor sobre la cancha. Un tipo de pocas palabras, pero que nunca hablaba en vano, como suele ocurrir con las personas calladas, que cuando hablan siempre saben lo que quieren decir. Así que, a pesar de todo, y aunque nos encanten estas historias, a Larry Bird nunca le representarán sus palabras tan bien como sus actos.

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