Sabía Luis García que tenía un reto mayúsculo entre manos. Mallorca es una plaza grande y venía de abandonar el barco un entrenador que se había colado por los pasillos de la historia bermellona. Venía el madrileño con la historia más que estudiada, solo le faltaba poner a la práctica lo que para él es la idea más plausible sobre el terreno de juego,
El nuevo capitán del barco recogía la siembra de Moreno y de los antiguos ocupantes de la dirección deportiva. Un conjunto de autor que se amoldaba a la imagen y semejanza de su antiguo artista, con sus cosas positivas y negativas. La incapacidad de modificar el once base contrasta con el trabajo de Luis García hasta el momento.
Tras un año convulso, donde el equipo nunca pudo llegar a su máxima competitivo para luchar por un sitio en el Olimpo del fútbol español. Mantenerse entre gigantes le vino grande al Mallorca de Vicente Moreno y la ayuda que se le proporcionó desde la dirección deportiva fue testimonial. Así pues, Luis García llegó a su nueva casa con un equipo que había cambiado su dinámica de los últimos dos años que era plenamente ganadora.
Su ADN táctico
Nada más llegar, Luis García quiso dotar al equipo con su ADN, el que le hizo triunfar en plazas como Levante y Getafe. A pesar de su primer tropiezo, en el que Isi Palazón se disfrazó de villano para asestarle el primer puñal en su debut. Daba a intuir un inicio de lo más complicado, pero el conjunto bermellón enderezó el rumbo en base a las teorías de su profesor.
Plaza mandó a su línea de retaguardia defender lo más arriba que la situación deje. Con dos bastiones de tal calibre y con velocidad en sus piernas, se puede permitir el lujo de hacerlo. El resultado a esta medida es demostrativo del éxito conseguido. Dos goles encajados en diez partidos y demostrando una solvencia defensiva de otro tiempo.
Abrió más el campo, dando amplitud con jugadores de banda. La nómina de jugadores que maneja en banda son de características veloces y eso está intentando aprovechar. Jugadores con desborde, 1vs1 y buena pierna para centrar desde línea de fondo. Su sueño era tener jugadores de este tipo y esta vez le dieron lo que demandó.
La zona neurálgica del equipo se ha vestido con un doble pivote que haga funcionar al conjunto bermellón en fase ofensiva. Donde el Mallorca va más sobrado de efectivos y donde Luis García debe tener más dolores de cabeza. En el pivote ha encontrado acomodo a Galarreta, posiblemente uno de los jugadores con más calidad de la plantilla (distinción que comparte con Salva Sevilla), ha llegado a la isla con ganas de darle al equipo otra visión del fútbol a la que daba Baba. Velocidad de ejecución contra derroche físico. Cuando aparece el ghanés, necesita cerca un jugador de calidad y capacidad organizativa para hacer buena su recuperación. Con Galarreta, ese atributo lo lleva incluido y con un compañero más imaginativo el Mallorca le ha impreso mucha más velocidad al balón.
El hombre de las rotaciones
Una de las premisas que ha tenido Luis García es la de mantener a todo el mundo metido. La gran carga de partidos en estas primeras semanas le ha obligado a hacer muchas rotaciones. El resultado ha sido tan óptimo que se especula en que pueda seguir con esta idea durante los próximos encuentros. Los jugadores se han visto empujados a una vorágine competitiva dentro de la propia plantilla que les ayuda a tener un grado de preparación altísimo y así se demuestra encima del terreno de juego.
Todos los jugadores, menos Reina, han visto cómo su nombre desaparecía y aparecía en el once, dando entrada a otro nombre que igualaba o mejoraba sus prestaciones. Este factor, ha hecho que el Mallorca sea una bestia competitiva con la marca de autor de Luis García Plaza.