Es de sobra conocida la red de ojeadores que el FC Barcelona, así como otros grandes clubes nacionales y europeos, tienen desplegada por toda España. Una red de ojeadores que hace año tras año muchos chicos, no solo de España sino también del extranjero acaben en La Masía empezando a desarrollar sus carreras y buscando ser los herederos de los ‘cracks’ culés. Uno de ellos, Pablo Páez Gavira (Los Palacios y Villafranca, Sevilla, 5 de agosto de 2004), conocido solo por Gavi, lo hizo en 2015, cuando el cuadro culé se le arrebató al Betis en edad alevín.
Los últimos cinco años, este mediocentro ha seguido creciendo y subiendo en las categorías inferiores blaugranas, confirmándose como una promesa muy real de cara al futuro. El pasado verano el Barça tuvo la prueba de fuego definitiva con él. Cumplidos los 16 años tocaba renovarle pues antes la normativa -bien lo sabe el Barça que ya fue sancionado- impide hacer contrato profesional. Y como era de esperar en un talento como Gavi no pasa inadvertido y muchos equipos quisieron firmarlo y quitárselo al equipo blaugrana.
Entre ellos, quien más pujó con fuerza fue el Real Betis. La entidad bética, según informa Mundo Deportivo echó el resto para devolver a su entidad al talentosísimo mediocentro. Le presentaron a la familia de Gavi un ofertón para que volviese a su tierra y al club donde había empezado a crecer como jugador. Su padre, empleado del club bético, reconoció no pasarlo bien al no ser aceptada. Y es que entre todos se decidió que para la futura carrera de Gavi lo mejor era seguir en La Masía. Ahora tiene contrato hasta 2023 y es de los mayores talentos blaugranas, pero la historia pudo ser bien distinta.