A 25 de noviembre los grandes nombres de la agencia libre ya tienen equipo. Es, por tanto, buen momento para valorar los movimientos que cada franquicia ha llevado a cabo desde que acabara la temporada pasada.
Los Ángeles Clippers sabían que, una vez fichados Paul George y Kawhi Leonard el verano pasado, las comparaciones con sus compañeros de pabellón iban a ser inevitables. Y el desarrollo de los Playoffs 2020 hizo saltar todas las alarmas, hasta el punto de que la dirección decidió dejar de contar con los servicios de Doc Rivers, entrenador del equipo desde 2013.
La gran oportunidad perdida
El periodo de la agencia libre resultaba, por tanto, clave para reforzar la plantilla y tapar las carencias que tan caro le costaron a la franquicia angelina en Orlando. La más apremiante de todas, encontrar un base organizador que asumiese una labor a la que Kawhi no está completamente habituado, que le queda grande tanto a Patrick Beverley como a Reggie Jackson y que Lou Williams no acaba de desarrollar conforme a las necesidades del equipo.
En honor a la justicia hay que decir que es un perfil difícil de encontrar y que, teniendo en cuenta la situación económica de los Clippers y las opciones disponibles, el espectro se reducía a un jugador; pero no haber conseguido fichar a Rondo cuando informó de sus intenciones de cambiar de equipo ha de considerarse como una gran oportunidad perdida. Al final, el veterano base decidió firmar con Atlanta por 2 años y 15 millones de euros, donde tendrá la oportunidad de ejercer como mentor de un Trae Young que ya es la gran esperanza y la piedra angular de la franquicia.
Positivos intercambios de piezas
Pasemos ahora a analizar los dos movimientos que sí han hecho los Clippers. Para empezar, en la noche del Draft cerraron un trapaso a tres bandas por el que adquirieron a Luke Kennard y cuatro segundas rondas del draft. En el proceso perdieron a Landry Shamet (Brooklyn Nets) y al pick número 19 del Draft (Detroit Pistons). Si Luke Kennard consigue mantenerse sano, es un buen movimiento. Hasta que sufrió una tendiditis de rodilla, el alero americano había firmado los mejores números de su carrera: casi 16 puntos, 4 asistencias y un 39% en triples en 28 partidos. Tendrá un papel parecido al de Shamet este año, esto es, tirador en estático o tras bloqueos indirectos, pero con la ventaja de sufrir mucho menos cuando pone el balón en el suelo.
Por último, y de hecho como más importante, en un periodo de poco más de 24 horas perdieron a Montrezl Harrell a manos de los Lakers pero ficharon a Serge Ibaka. Si bien juegan en la misma posición, son dos jugadores muy diferentes. Harrell, que ganó el premio al sexto hombre del año la temporada pasada, es muy agresivo en la pintura y juega con facilidad el pick and roll, mientras que en defensa suple su falta de centímetros con mucha intensidad.
Por el contrario, Ibaka, en este momento de su carrera, es un excelente «stretch five», un pívot que puede abrir la pista gracias a su efectividad desde la media y la larga distancia. Y esta característica suya no es baladí si tenemos en cuenta los problemas en ataque que padecieron los Clippers por fallar desde fuera y colapsar la zona. Ibaka ofrecerá espacio a Kawhi y a Paul George para atacar en uno contra uno y acabar en el aro. En el otro lado de la pista, su imponente físico y su pasado como taponador insaciable serán de gran importancia para el equipo, además de ser la mejor opción como defensor principal de los dos grandes titanes del Oeste, Nikola Jokic y Anthony Davis. Igualmente relevante, puede ser, además, su gran relación tanto dentro como fuera de la pista con Kawhi Leonard.
En resumen, la plantilla con la que deberán trabajar Ty Lue, Kenny Atkinson y Chauncey Billups es algo mejor que la del pasado curso. Ibaka y Kennard resultan más útiles que Harrell, JaMychal Green y Shamet. Sin embargo, no es el salto cualitativo que se esperaba. Y viendo cómo se han reforzado los vigentes campeones, quizá no sea tampoco el salto cualitativo que se necesitaba.
@NBAdiccion