Durante la larga jornada de ayer, miles de argentinos fueron a la Casa Rosada de Buenos Aires a rendir homenaje al que ellos consideran el Dios del fútbol. Diego Armando Maradona falleció el pasado miércoles por una parada cardiorespitarioria. Fue el final de unas semanas tortuosas que desencadenaron en su triste fallecimiento.
«Te llevaste al cielo millones de creyentes por hacer del fútbol un arte virtuoso y efectivo. Fuiste la encarnación de Dios sobre el verde y tu figura trascendió las canchas de juego. Gracias»
El pueblo argentino ha demostrado la devoción por este futbolista que deslumbró cada fin de semana sobre los terrenos de juego. Para Argentina, Diego fue más que un futbolista. Fue un icono que trascendía el verde. El 10, iluminó a un país que se encontraba en una situación delicada y lo llevó a la cima del mundo y rozó el cielo con una mano que todos catalogaban que era posesión de dios cuando marcó a Inglaterra y a todas las Malvinas ese gol en cuartos de final del Mundial de México.
El astro argentino no se quedó solo ahí y minutos después fue capaz de generar una jugada maradoniana, es decir, una jugada por encima de la perfección. Su habilidad llegó a los libros para agregar un nuevo adjetivo para encumbrar su grandeza.
En Nápoles una divinidad
El Diego, como muchos le apodaban, salió de Argentina y su parada más fructuosa se produjo en Nápoles. La ciudad más pobre de Italia, fue la ciudad cobijo del dios del fútbol y éste se esmeró en levantarla hacia el olimpo del fútbol europeo. Otra vez, Maradona llegó a un sitio para salir idolatrado. Las imágenes del nuevo Diego Armando Maradona, estadio renombrado por parte del Napoli, demuestran, de nuevo, que el 10 fue alguien más que un simple jugador de fútbol. Nápoles salió a la calle abatida y teñida de un gris oscuro que denotaba la tristeza de una ciudad que había perdido un símbolo no solo futbolístico, sino de lucha social.
Diego Armando Maradona fue, es y será el icono más grande de muchos argentinos, italianos y amantes del fútbol en general. Su prematura partida, debido a un estado de salud débil por sus excesos ha hecho mella en todos aquellos que tenían en su figura una divinidad.