Concluida la primera semana maratoniana de partidos de LaLiga SmartBank, y a las puertas de que arranque la segunda, Real Oviedo y Sporting se quedan con sensaciones bien distintas. Los azules sumaron dos empates y una derrota en medio de las polémicas decisiones arbitrales. Un penalti más que discutible, en contra, ante el Fuenlabrada, y otra pena máxima, en este caso a favor, frente al Almería impiden al equipo de Ziganda haber sumado más puntos. Precisamente, la victoria del cuadro andaluz en el NMR Carlos Tartiere priva al Sporting de la cuarta plaza tras una buena semana que culminó con una derrota difícil de explicar en Gran Canaria.
Una buena semana con mal sabor de boca
- Una presentación por todo lo alto en Mallorca: Lo que realizó el Sporting en Palma de Mallorca fue una presentación en toda regla de una candidatura al ascenso. Nadie sabe si a la corta plantilla rojiblanca le llegará para poder pelear en primavera, que es donde todo se decidirá, por ese ascenso. Pero frente al RCD Mallorca demostró ser sólido, eficiente y solo le faltó demostrar también eficacia. Eso se lo impidió una buena defensa bermellona y su portero con una gran intervención que estará entre las paradas del mes. Pero en cualquier caso, fue una presentación de una candidatura clara al ascenso.
- Los recambios también se reivindican: Frente al Sabadell pues fue un poco más de lo mismo. Pero al equipo se le apreciaron algunos vicios nada buenos. El hecho de tener el partido bajo un control total hizo que se pudiese relajar (o al menos esa sensación se percibió) y casi lo paga caro. Fue Gaspar saliendo desde el banquillo el que tuvo que arreglar el desaguisado que un desbarajuste en la presión zonal, una rápida transición del equipo vallesano y un error en la marca de los centrales generó. Aun así, una nueva victoria más que merecida que le sirve para aguantar en parte el tirón de los grandes favoritos que este año no quieren fallar.
- Un partido difícil de explicar: Y para acabar la semana pues nadie podía presagiar un desenlace como el que llegó. Es cierto que Gran Canaria es territorio absolutamente gafe para el Sporting. Siempre que juega allí ocurre algo y nunca gana. Ni cuando lo hace bien, ni cuando lo hace mal. Este pasado domingo no lo hizo bien. Gracias a casi una auto-inmolación local el partido pareció controlado y visto para sentencia en 45 minutos. Pero una combinación de la mala suerte habitual en ese estadio maldito y el buen hacer, que también lo hubo, del cuadro local desarbolaron por completo a un equipo incapaz de sostenerse en pie y que se mostró endeble como nunca antes lo había hecho.
- La ausencia de rotaciones preocupa: Se evidenció tras el partido de la UD Las Palmas. Varios jugadores parecieron haber acabado con síntomas de notable agotamiento. La plantilla es corta. Y la ausencia de cuatro jugadores llamados a ser importantes en la plantilla con varios minutos en sus piernas desde hace varias jornadas, está obligando a no poder hacer casi cambios. Esto es algo que además no va a cambiar a corto plazo para los dos próximos partidos. Y es que David Gallego tendrá que seguir tirando del mismo bloque para al menos dos partidos más. Dos encuentros frente a Albacete y Espanyol que, especialmente el primero, son muy importantes.
Un Oviedo con identidad
- Sobrevivir al Fuenlabrada. Era un partido muy diferente al resto. Un choque que se inclinaría mucho hacia el lado físico y en el que el Oviedo logró rascar un punto, eso sí, no exento de polémica. Porque los madrileños, que lograron incomodar a los carbayones en la mayor parte del encuentro, lograron sumar gracias a un penalti más que polémico. Al margen de ello, el cuadro de Ziganda volvió a encontrar en Leschuk el balón de oxígeno necesario para respirar ante la alta presión que proponía el cuadro de Sandoval. Un comodín que desapareció tras la expulsión. Esto provocó que el Oviedo no volviese a asentarse en campo rival y que obligó a los azules a emplearse a fondo en tareas defensivas para no acabar sufriendo.
- Faltos de claridad en Lugo. El encuentro en el Anxo Carro dejó a un Oviedo que logró controlar el encuentro en la mayor parte de sus fases, pero que no consiguió la chispa necesaria para decantar la balanza de su lado. Fue un partido en el que Ziganda apostó por varias caras nuevas. Una oportunidad para que los menos habituales pudiesen entrar en el once y ser parte importante del equipo de cara al futuro. Cedric dejó buenos momentos, al igual que Javi Mier, que se reencontró con su mejor versión. Pese a ello, al Oviedo le faltó la claridad necesaria para acabar de desarmar a un Lugo que se refugió en el juego directo sin apenas inquietar a Femenías.
- Los penaltis y el Almería. El duelo ante los andaluces tampoco se libró de la polémica. Esta vez en torno a dos penaltis, uno en cada área. El primero, a favor de los visitantes. Un forcejeo entre Carlos Hernández y Sadiq fue señalado como pena máxima. Todo lo contrario que en el segundo acto, donde en otro contacto, aunque esta vez en el área del Almería, no se pitó penalti. Difícil de explicar por qué hacia un lado sí y hacia el otro no. Y al margen de la polémica, el cuadro de José Gomes demostró que es un equipo que con poco puede ganar un partido. Al margen del penalti, los almerienses aprovecharon un desajuste defensivo para hacer el tanto que sentenciaba el partido.
- Un equipo reconocible. Ya se ha dicho en multitud de ocasiones, pero qué importante es tener una idea. Saber a qué se juega y ser un equipo reconocible. Así es el Oviedo de Ziganda. Los azules se solidarizan al máximo a la hora de defender y, aunque como en todos los equipos existen altibajos, utilizan con criterio la posesión de balón para hacer daño. Leschuk una de las piezas clave de este equipo, encargado de oxigenar a sus compañeros en momentos donde el rival te ahoga. También el doble pivote, a un nivel muy alto. El buen hacer de todos permite al Oviedo competir ante cualquiera, y eso acabará teniendo su recompensa.