Un Madrid a la deriva se pega un batacazo histórico
Con la derrota en Kiev, los de Zidane no dependen de sí mismos para pasar a octavos
Un Real Madrid en horas bajas, al menos en lo que a competición nacional se refiere, viajaba a Kiev con el objetivo de asegurar el pase a los octavos de final de la Champions League a falta de una jornada. Para ello, tendría que llevarse los tres puntos contra ni más ni menos, el único equipo que le ha derrotado en la presente edición de la competición europea. Un equipo también con una necesidad imperiosa de puntuar, en busca de clasificarse, como mínimo, a la Europa League, pero que no había vuelto a ver puerta desde los tres goles anotados en el Estadio Alfredo Di Stéfano.
Primeros compases marcados por la intensidad
El conjunto de Zidane quiso alejar los fantasmas de los últimos encuentros ligueros, mostrando desde el primer minuto un fútbol muy vertical. Algo que se evidenció con una alta presión, llevada a cabo por los jóvenes mirlos del conjunto blanco comandados por Benzema.
Este comienzo vertiginoso se tradujo en ocasiones tempraneras. Un robo de Rodrygo en la zona de tres cuartos pilló desprevenida a la defensa ucraniana, que abrió para Benzema, y el francés sirvió un gran balón que Asensio estrelló en la madera.
El dominio blanco en la fría tarde de Kiev era cada vez más evidente, y a los diez minutos de encuentro Benzema volvió a tener una ocasión clara que Trubin acertó a rechazar, después de un balón milimétrico de Modric a la espalda de la zaga ucraniana. Sin embargo, el conjunto local mostró los dientes al contragolpe, algo que provocó que Varane viese la cartulina amarilla tras un pase comprometido, en una jugada tras la que Moraes tuvo que abandonar el terreno de juego, aunque finalmente regresó al verde durante unos minutos.
Dominio sin premio para el conjunto blanco
Tras el parón para atender al ariete brasileño, las piernas acusaron el gélido clima y disminuyó el ritmo vertiginoso de los primeros compases. La presión de los merengues disminuyó y eso permitió al Shakhtar respirar más tranquilo. Fue rozando la media hora del partido cuando el Real Madrid dispuso de otra gran ocasión, de nuevo en la zurda de Asensio tras una buena combinación con Odegaard dentro del área.
Por momentos en conjunto de Zidane volvió a imponer la superioridad mostrada en los primeros compases, pero no terminaba de hacer sangre a la defensa local. El Madrid tocaba una y otra vez en las inmediaciones del área de los de Luis Castro, pero no lograba traducir ese dominio en ocasiones claras. Y con ese mismo guion, finalizó la primera mitad del encuentro, con tablas en el marcador.
Mismo guion al arranque, distinto resultado
Comenzó el segundo acto y el panorama era el mismo que el visto durante la primera parte: dominio del Madrid, pero sin ocasiones. Empezó a entrar más en contacto con la pelota Benzema, y el tránsito ofensivo del conjunto blanco lo notó. Una gran jugada del francés en una baldosa dentro del área terminaba con un cabezazo de Nacho que se marchaba escasos centímetros por encima del larguero.
Pero en el fútbol, como pasa casi siempre, el que perdona acaba pagándolo. Un minuto después de la ocasión del central del Madrid, Taison se marchó en velocidad de Varane y puso probó a Courtois, que tuvo que hacer una intervención salvadora, siendo el primer aviso serio de los ucranianos.
Fue a la siguiente cuando los ucranianos, tras un partido sin apenas dominio, dieron la campanada. De nuevo con Varane como protagonista que, incomprensiblemente, se apartó de la trayectoria del balón dentro del área, permitiendo a Dentinho marcar a placer.
Ante esto, el Madrid se encontraba en una situación más que comprometida: con ese resultado el Madrid no dependería de sí mismo para estar en los octavos de final. Por motivos incomprensibles, el gol de los ucranianos sacó totalmente al conjunto blanco del encuentro, desquiciado en ciertos tramos.
Intentó Zidane reactivar a su equipo moviendo el banquillo. Entraron en un triple cambio al terreno de juego Isco, Mariano y Vinícius, en un intento a la desesperada por lograr, como mínimo, la igualada. Pareció que los cambios cambiaron en cierta medida la dinámica y el Madrid volvía a meterse en el partido.
Nada más lejos de la realidad de ese pequeño espejismo. En el minuto 82, y al contragolpe, Solomon anotaba el 2-0 definitivo que dejaba al Madrid noqueado en la cuerda floja.
Se confirmaba la tragedia. Uno de los peores Madrid que se recuerda, por primera vez en los 28 años desde que se inaugurase la Champions League, no depende de sí mismo para clasificarse para los octavos de final, y depende de los resultados que coseche el Inter de Milán en sus partidos.
Una situación que, por encima del drama que supone la situación para el equipo más laureado en la historia de la competición, es una llamada de emergencia de algo que viene siendo evidente desde hace mucho tiempo: este Madrid ya no está a la altura. Ni los jugadores, ni el entrenador, ni siquiera la directiva. Un equipo sin alma, sin rumbo, y a la deriva.
Un equipo que, cada vez más y si no se hace nada para remediarlo, tendrá que tirar de memoria para recordar las épocas gloriosas, y disfrutar de ellas como un viejo anhelo más que como un objetivo presente.