Cuando entramos en las últimas 96 horas de mercado de invierno, en el Espanyol la calma parece total. No cierran los pericos la puerta a un refuerzo que sería un delantero que podría venir del extranjero. Y es en que en el club, según informaba Diario La Grada niegan de forma rotunda cualquier acuerdo o interés por Mamadou Sylla, del Girona. Las conversaciones están al orden del día y las gestiones, similar; pero nada que indique un acuerdo cercano. Encajar todas las piezas para hacerlo posible no es sencillo y es todo tan frágil que podría romperse en cualquier momento.
Una de esas piezas es Víctor Campuzano o, más bien, su agencia de representación. El canterano tiene firmado desde principios de enero, un acuerdo para fichar por el Sporting por tres campañas, hasta 2024. El Espanyol le ha cerrado la puerta de salida siempre. Primero porque no quería reforzar a un rival directo, después porque a Rufete no le gustaron las formas de su homólogo gijonés Javi Rico para intentar forzar su salida al filtrando a los medios el acuerdo firmado con el aún jugador perico.
Pero ahora la nueva razón de peso que utiliza el club es no dejarle salir debilitando la plantilla. Solo si llega un delantero más, Campuzano saldría del club para, en principio, no volver. Un nuevo argumento que ha sentado muy mal en el entorno del jugador, que se ve como damnificado y engañado en una ‘guerra’ que nada tiene que ver con él. Es de sobra conocido en el entorno blanquiazul la enemistad que se labró entre Rufete y David Gallego en los días antes y posteriores a su cese como entrenador perico; algo que a día de hoy sigue muy latente.
Pero Campuzano se siente engañado sabe, al igual que Rufete y Vicente Moreno, que no va a jugar, salvo un número elevado de bajas en el ataque, ni un solo minuto en lo que queda de temporada si se queda. Pero la decisión blanquiazul es firme y no permitirán su salida si no llega un delantero. Si es que cuando llegue -si llega- ese delantero no hay otra excusa para no dejarle salir.