Si algo había caracterizado esta campaña al Rayo Vallecano es que era un conjunto muy fiable en casa. Los primeros cuatro encuentros como local los venció con cierta autoridad y desplegando un buen fútbol. También lo hizo en el quinto, donde cayó frente a la UD Almería de forma injusta. Fue un bache en el camino porque tras aquella derrota solo el Cartagena en los siguientes cinco partidos en Vallecas logró sacar un punto.
Pero esto ha cambiado tras el cambio de año o más concretamente desde el paso de Filomena por Madrid. El Mallorca lo vapuleó en apenas 20 minutos y después no hubo apenas reacción y este pasado domingo fue el CD Tenerife quien en un partido muy serio se llevó los puntos de Vallecas. A ello hay que unirle la derrota en Copa frente al FC Barcelona. La fortaleza franjirroja, antes inexpugnable, es ahora vulnerable.
Pero esa pérdida de eficacia como local la contrarresta como visitante. En sus últimos tres encuentros como visitante ha ganado dos (Mirandés y Espanyol) y empatado en Girona. Un duelo éste donde mereció mejor suerte. Antes de estos tres encuentros, el conjunto de Iraola había perdido en cinco encuentros de nueve disputados, con solo dos victorias en todos ellos.
Ahora el equipo parece haber ganado esa solidez como visitante, pero perderla como local. En una temporada donde el factor campo importa mucho menos que antaño pierde importancia, pero aún así no deja de ser llamativo como el Rayo ha cambiado totalmente su polaridad de jugar en Vallecas a hacerlo en otros puntos de la geografía nacional.