La racha de resultados del Málaga CF ha encendido ya las primeras alarmas. Aún no son alarmas de una gravedad alta o extrema, pero si lo suficiente para que en el club se hable de que hay un problema. Pero, ¿cual es el problema? Se tiene a echar mucho las culpas a los arbitrajes (cierto que en Gijón no ayudó, por ejemplo), pero hay otros datos que nos revelan un Málaga con dos caras y que es el principal responsable de sus males.
Desde que empezó 2.021 el equipo blanquiazul sólo ha sido capaz de lograr una victoria. Fue en Alcorcón (0-1) y sobre la bocina. El resto de resultados han sido dos empates y tres derrotas, además de una victoria más en Copa y una derrota.
En Gijón mejoraron las sensaciones y el cuadro entrenado por Sergio Pellicer se mostró más competitivo que en encuentros precedentes. Aun así, el Málaga volvió a caer en el un redundante error: una fragilidad defensiva que asusta y que fue lo que le condenó en El Molinón, más allá de que tampoco crease excesivo peligro. En un partido donde no se tuviera enfrente al tercer equipo menos goleado con el mejor portero de la categoría, se habría visto portería.
El problema del Málaga es atrás. Ahí tiene una grave sangría y se volvió a ver en Gijón, donde la falta de contundencia defensiva se vio en el gol. En esa foto salen muy mal parados Alexander González y Josua Mejías, pero lo cierto es que no son los únicos. El Málaga ha recibido 32 goles en 25 partidos, los mismos que la UD Las Palmas y el CD Castellón. Solo el Cartagena, con 35, encaja más en toda la categoría de plata.
Y para acabar, un dato más que resalta que los problemas malaguistas son en su propia área y no en la ajena. Un equipo que es el segundo más goleado en Segunda no acostumbra a ir duodécimo como es ahora el Málaga. Si marcha en esa posición es, precisamente, por su capacidad de ver portería.