La disputa del partido de este pasado domingo en La Rosaleda entre el Málaga CF y el Rayo Vallecano estuvo en el aire. La razón fue la aparición de un automóvil con matrícula protegida y estacionado solo y de manera sospechosa en la puerta de la grada de Gol de La Rosaleda. La sospecha de que dicho coche podía contener explosivos mantuvo en el aire la disputa del partido en un estadio que estuvo totalmente acordonado; ni siquiera los residentes de las zonas colindantes al estadio pudieron acceder a sus domicilios.
Sin embargo, a la par que los TEDAX descartaban finalmente la presencia de material explosivo, el encuentro se decidió jugarse. Algo que violó completamente los protocolos dictados por los Cuerpos de Seguridad del Estado para estos casos. En caso de una sospecha de amenaza de bomba, debe evacuarse sin perder tiempo a todas las personas que pudieran estar en riesgo. Eso es algo que en La Rosaleda no se hizo, previsiblemente también por la no presencia de público. Además muy pocas personas dentro del estadio estuvieron informadas de la situación. Entre las que sí lo conocían el equipo arbitral encabezado por Sagués Oscoz y el delegado de LaLiga.
En caso de que al partido hubiese podido acceder público la evacuación hubiese sido segura. Con ella la suspensión del partido hubiese venido igualmente aparejada. Sin embargo, el hecho de que las restricciones de aglomeraciones por la pandemia impida aún el regreso de aficionados a las gradas, hizo que el protocolo no se tuviese en cuenta o se flexibilizase para la disputa de un encuentro que en condiciones normales nunca se habría jugado en el horario previsto.